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miércoles, 23 de julio de 2014
NEGOCIOS INTERNACIONALES, LEGISLACIÓN Y CONTRATOS INTERNACIONALES : Ejemplos de exitosas alianzas estratégicas
NEGOCIOS INTERNACIONALES, LEGISLACIÓN Y CONTRATOS INTERNACIONALES : Ejemplos de exitosas alianzas estratégicas: Ejemplos de exitosas alianzas estratégicas Escrito por Je' Czaja , Demand Media | Traducido por Javier Enrique Rojahelis Busto ...
Noam Chomsky: ¡Democracia ya!
Noam Chomsky: ¡Democracia ya!
Noam Chomsky sobre Mubarak, Egipto, América Latina, Venezuela y Hugo Chávez en una entrevista realizada por Boris Muñoz
Por Boris Muñoz | 12 de Febrero, 2011
Cuando entré ayer a las 10 y media de la mañana a la oficina de Noam Chomsky, le dije a su secretaria Bev Stohl: “Bev, Mubarak se va del gobierno”. Yo tenía 20 minutos para culminar, preguntándole sobre la situación del medio oriente, una larga entrevista sobre América Latina iniciada en octubre y de la cual esta conversación sería solo una posdata. Bev no sabía la noticia de la caída de Mubarak y aseguró que Chomsky tampoco. “Hay muchos rumores”, afirmó Chomsky, para no tomar totalmente en serio lo que oía. “Venía escuchando la radio de la BBC y repetían lo que había asegurado Mubarak anoche: se irá a su casa de veraneo, pero no dejará el poder”. Le dije que acababa de darse la noticia en el New York Times. Como buen objetivista, es de los que necesitan ver para creer. Y si lo dice el New York Times hay que darle crédito, aunque él mismo sea su mayor crítico. En cualquier caso, le planteé como escenario de la conversación la salida de Mubarak y sus efectos, en particular las posibilidades del avance democrático en el mundo árabe. Al terminar se despidió cruzando los dedos para señalar sus esperanzas por un futuro democrático.
Parte del mundo árabe está viviendo una epidemia de demanda de democracia. Ahora Mubarak ha dejado el poder. Implica su salida un cambio en el juego de poder de la región. Se habla de revolución y libertad, pero, ¿pueden la democracia y la independencia consolidarse? Como dijo un filósofo en estos días, “no podemos dar el futuro por descontado”. ¿Cuál es su esperanza personal?
Lo que ha venido pasando, incluyendo la salida de Mubarak, es espectacular y no puedo recordar nada parecido. Se le compara a estos eventos con lo que sucedió en 1989 en Europa del Este, pero no hay comparación. Por una razón. Allá hubo un Gorbachov que manejó la situación para que el sistema se mantuviera en pie. Y los poderes de Occidente lo ayudaron y apoyaron. En el caso de Europa del Este también las potencias occidentales apoyaron a los manifestantes, en el norte de África ningún poder de Occidente ha apoyado las protestas. Así que la única comparación posible es con Rumania, donde Ceaucescu, el más horrible de los dictadores, quien gozaba del cariño y protección de Estados Unidos y Gran Bretaña, que lo apoyaron casi hasta el final. Lo que ha sucedido en Túnez, Jordania, Yemen y Egipto, muestra un nivel de valentía y determinación al que es difícil encontrarle situaciones análogas. En Túnez el sistema estaba relativamente bajo control de Francia, con espías franceses infiltrados por doquier. Egipto, en cambio, ha estado bajo control de Estados Unidos. De modo que su situación afecta directamente los intereses de Washington. Esto no es nada nuevo, por supuesto. En los cincuenta, el presidente Eisenhower sostuvo reuniones secretas con su equipo para discutir lo que el llamó “la campaña de odio contra Estados Unidos”. El Consejo Nacional de Seguridad envió un memorándum secreto revisando la situación y en el que decía algo así: hay la percepción en el mundo árabe de que Estados Unidos apoya dictadores rudos y brutales y bloquea la democracia y el desarrollo. Eso lo hacemos porque queremos mantener el control de los recursos energéticos. El memo decía que la percepción era más o menos adecuada porque eso precisamente es lo que nosotros –es decir el gobierno de Estados Unidos– deberíamos estar haciendo. El principio de esta lógica es que en tanto la población permanezca pasiva, intimidada y distraída, podemos hacer los que nos dé la gana. Y esa lógica prevalece justo hasta este momento. Así que por ejemplo, pensemos en la filtraciones de Wikileaks en las cuales el gobierno árabe aparece apoyando a Estados Unidos en relación con Irán. Bueno, investigando la prensa no pude encontrar –y creo que nadie más podrá hacerlo– una sola información de lo que piensa la opinión pública árabe. Hay encuestas de opinión, hechas por prestigiosas compañías estadounidenses, como la que publicó hace muy poco The Brookings Institution en la que se muestra otra vez que el sentimiento de odio hacia Estados Unidos es extraordinario. Cerca de 10 por ciento de la población ve a Irán como una amenaza, pero entre 80 y 90 por ciento piensa que las mayores amenazas son Israel y Estados Unidos. Incluso, la mayoría de la población piensa que estarían mejor si Irán tuviera armas atómicas, pero eso no se reporta. Y la razón es un pronunciado y profundo desprecio de Estados Unidos e Israel por la democracia en el mundo árabe. En tanto la población esté bajo control y tengamos a un dictador de nuestro lado, hacemos lo que queremos. Eso es realmente sorprendente. Por eso, la situación actual de Egipto y el mundo árabe, representa un problema. Lo que tradicionalmente ha sucedido en el punto en el que estaban las cosas antes de la salida de Mubarak es una estrategia rutinaria que ha pasado una y otra vez: Marcos en Filipinas, Duvalier en Haiti, Suharto en Indonesia. Es decir, llega un momento en el que ya no puedes apoyar a tu dictador favorito y entonces tienes que hacerlo a un lado, llamar a una transición “ordenada”, expresar tu amor por la democracia y tratar de restaurar el viejo status quo lo más rápido posible. Eso es lo que ha venido pasando en Egipto, aunque no sabemos si está funcionando o no.
Pero hay un evidente conflicto entre las masas de manifestantes que se quedaron en la calle pidiendo democracia ya y esa estrategia de restauración del control. Son aspiraciones contrapuestas. ¿Cuál es son las posibilidades de una democracia real?
Los poderes que vigilan ese proceso no quieren democracia real. Estados Unidos y Europa están aterrados con la democracia, porque la democracia puede llevar a la independencia. Se habla de islamismo radical, pero eso no tiene ningún sentido. Estados Unidos y Gran Bretaña, por ejemplo, han apoyado tradicionalmente al extremismo islámico en detrimento del nacionalismo secular. Arabia Saudita el estado islámico más extremo y fundamentalista, es su más cercano aliado, además también de ser el centro ideológico del terrorismo islámico. Sin embargo, es nuestro más estrecho aliado porque Obama les está vendiendo armas por 60 mil millones de dólares. En Pakistán, que es la otra gran fuente de terrorismo islámico, Estados Unidos se ha comprometido por años con la islamización del país. La presidencia Ronald Reagan, a quien todos celebran ahora, coincidió con la dictadura de Mohamed Zia-ul-Haq –la peor en una serie de atroces regímenes- que estaba desarrollando armas nucleares. El gobierno se hizo el desentendido para seguir dándole apoyo a la islamización radical que establecía las madrazas, con fondos saudíes, donde no enseñaba nada pero se hacía que los estudiantes aprendieran de memoria el Corán y la yihad. Eso ha permitido que hace poco jóvenes abogados aplaudan y celebren a los asesinos de Salman Taseer, gobernador de la provincia de Punjab. Esos son los mismos abogados –islamistas radicales– que se formaron en las madrazas de Reagan-Zia-ul-Haq. Las relaciones entre Israel y Estados Unidos, que se consolidaron en 1967, obedecen a un patrón semejante. ¿Qué pasaba ese año? Un conflicto esencial entre el islamismo radical, representado por Arabia Saudita, y el nacionalismo secular, bajo Gammal Abdel Nasser. Estados Unidos apoyó otra vez al islamismo radical destruyendo el nacionalismo radical. Eso contribuyo a establecer las relaciones actuales de Israel en la región. Así que el islamismo radical no es el problema. El problema de fondo se llama independencia. Por ejemplo, en América Latina, Estados Unidos libró una amarga guerra contra la iglesia católica. Otra vez el problema de fondo era el control. Por eso, yendo otra vez al mundo árabe, Estados Unidos y Europa están preocupados con la democracia. La única elección realmente libre fue la de Palestina, transparente y supervisada por todos los ángulos. Como el resultado no favorecía los intereses tradicionales, Estados Unidos, con apoyo europeo, inmediatamente se volvió a castigar a los palestinos. Amamos la democracia, pero solo cuando está del lado que queremos. Es demasiado obvio. En Egipto y el resto del noráfrica, eso puede pasar, así que están tratando de bloquearla mediante maniobras para restablecer el statu quo. A eso llaman una transición ordenada. Y no es solo una cuestión de votos, sino de toda una estructura socio-económica. Egipto ha atravesado un periodo neo-liberal con las consecuencias acostumbradas: empobrecimiento de la población con el crecimiento de sectores privilegiados de extrema abundancia, incluyendo la clase política, los altos grados del ejército y los sectores financieros y corporativos. Eso lo ves también en América Latina, porque ese es el modelo neoliberal. Aunque la población no esté sufriendo la pobreza de África Central o el interior de la India, su situación es muy mala. Pero los garantes del statu quo deben asegurarse de que ese orden se mantenga. La táctica de estos días había sido hacer que la población se cansara y desistiera. La mayoría de los manifestantes son gente pobre que vive del día a día y necesita llevar comida a sus mesas. Pues se buscaba cansarlos, pues en algún momento el hambre y la necesidad los llevaría de vuelta adonde estaban, a su horrible normalidad. Sin embargo, ahora no está nada claro esta vez que esos poderes puedan mantener el control de la población. La estrategia que puede funcionar ahora es que el ejército egipcio trate de restablecer el orden con un apoyo mayoritario de la gente.
Entonces, ¿cuál es su esperanza personal?
-Que los manifestantes logren sus objetivos. Esto es que, después de unas elecciones fraudulentas con un congreso fraudulento –lo que en buena medida fue lo que encendió la protesta-, puedan llamar a elecciones libres y limpias, y que esas elecciones puedan reconducir a la sociedad egipcia en un camino de bienestar. Pero es un largo camino, como sabes.
En cuanto a Israel-Palestina, ¿cómo cambia el juego?
Estados Unidos tienen ya un plan en curso: apoyar lo que está dado. Hay un proceso de paz. Y eso significa que Estados Unidos está a cargo. Sabemos que Washington está desesperado por la paz, por supuesto y por eso está tratando de sentar juntos a dos partidos recalcitrantes: Benjamin Netanyahu y la derecha israelí, por un lado, y Mahmoud Abbas del lado palestino. Esa es supuestamente la situación. Pero esto no tiene nada que ver con la realidad. La verdad es sencilla: hay un conflicto. Por un lado, están Israel y Estados Unidos y del otro lado Palestina y el resto del mundo. Si hubiese una verdadera negociación, estaría a cargo de alguien de no sé de donde que pudiera reclamar cierta neutralidad. Así, de un lado estarían Estados Unidos-Israel y del otro el mundo entero, con esas dos o tres excepciones. Teóricamente, eso es lo que reflejan las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas desde 1976, cuando Estados Unidos vetó por primera vez la resolución sobre los dos estados, hasta esta fecha. Incluso la ONU ha declarado ilegales los asentamientos, lo que es tan incontrovertiblemente cierto que hasta Israel lo ha aceptado hace décadas. Y, en resumen, no es que la ONU sea un organismo meramente simbólico, sino que Estados Unidos ha provisto el apoyo económico, militar, diplomático e ideológico de las políticas que ejerce Israel en la región. Mientras eso sea así, no hay proceso de paz, sino un proceso de capitulación. Ahora, trata de encontrar reportes sobre esto. No los encontrarás sino muy en los márgenes. El problema para Israel es que el nuevo gobierno de Egipto decida no jugar el histórico papel pasivo y opte por no colaborar con la charada que tiene montada Estados Unidos. Lo mismo con Jordania. Si tienes una democracia, quizá la gente decida no ser cómplice de las políticas que ha seguido su país. De hecho, es sorprendente aunque comprensible que el apoyo público más fuerte que obtuvo Mubarak fuese de Israel y Arabia Saudita, los aliados tradicionales que quieren mantener el orden de las cosas. El único líder mundial que, durante las últimas semanas, ha apoyado abiertamente la democracia en la región es Recep Tayipp Erdogan, primer ministro de Turquía, quien ha jugado un papel decente en todo esto.
Será hacia fuera, porque Turquía no es un buen ejemplo de democracia interna.
Bueno, hay una democracia que está mejorando. Internamente, la sociedad es bastante abierta y libre. He ido varias veces a apoyar la resistencia de los intelectuales. En cada visita que he hecho he criticado al gobierno, incluso he participado en protestas de desobediencia cívica. No ha habido represión, la prensa actúa con libertad. Pero es una sociedad complicada que todavía tiene muchas cosas podridas y tiene que hacer justicia con el genocidio armenio y la terrible represión al pueblo kurdo que conforma una gran parte de la población. Pero, en general, es un país que ha cambiado mucho desde la primera vez que lo visité hace 10 años.
Los vientos de apertura en Turquía nos permiten volver América Latina, donde también ha habido progresos. Sin embargo, en una conversación anterior, usted me dijo que a su juicio uno de los grandes problemas de la región es el caudillismo. La sombra del caudillo bloquea la democracia. Como lo demuestran las protestas, en Túnez, Egipto, Yemen y Jordania los hombres fuertes también asfixiaban el ansia democrática. ¿Qué mensaje envía esta explosión de demanda por democracia en los países árabes del norte de África a los procesos actuales latinoamericanos?
El caudillo es más que una sombra. Es una realidad. Pero me parece que el caso de América Latina se asemeja un poco a lo que sucede en Turquía: paso a paso el impacto del hombre fuerte puede reducirse notablemente. De hecho, el avance democrático en los últimos 15 años es uno de los más dramáticos en el mundo. Por primera vez 500 años, como ya dije, América Latina ha empezado a integrarse, con particular claridad en Suramérica, y los países comienzan a atender sus severos problemas internos. Ya se sabe que la sociedad no debe estar polarizada entre sectores de extrema riqueza y extrema pobreza. Eso es un gigantesco paso hacia delante. Los líderes que quieren acaudillar sus países deben entender que la capacidad de Estados Unidos de apoyarlos ha declinado. Aunque ha habido un par de golpes de estado en la región durante la última década, nada como en el pasado. Así que tendrán que vérselas con su propios pueblos. Hay una tendencia histórica hacia la democracia. Esa tendencia no es uniforme y sufre regresiones, pero, casi por regla, demanda el fin de una u otra forma de dictadura. Sean dictaduras reales como en Egipto o caudillismos autoritarios como en América Latina. Creo que es una tendencia positiva que debe sostenerse.
Qué tal si esos caudillos son de la izquierda.
Eso no es nada raro. Ha habido incluso regímenes militares de izquierda como el Perú de Velasco Alvarado o el Panamá de Torrijos. Las sociedades latinoamericanas han sido muy maltratadas y es entendible que el esfuerzo de cambiar venga de muchas partes al mismo tiempo. Algunas veces son los militares, otras la izquierda, otras la derecha. Otras veces no es de ninguna de estos sectores tradicionalmente entendidos, como es el caso de Evo Morales, un campesino indígena, lo que representa un enorme cambio para la mayoría indígena boliviana que por primera vez están plenamente a cargo de controlar sus propias vidas. De modo que hay muchas cosas pasando
Finalmente, para terminar con Venezuela, ¿qué opinión tiene del hecho que la saliente Asamble Nacional haya otorgado poderes especiales al presidente Chávez hasta casi el fin de su segundo periodo?
No creo que haya sido una buena idea, pero el asunto crucial es qué va a pasar en la próxima elección. Hasta ahora las elecciones se han manejado dentro de estándares razonables: con una oposición, una prensa relativamente libre y sin emplear la represión violenta de modo sistemático.
¿Qué me dice del fuerte control de las instituciones del Estado?
Es cierto que hay un tremendo control, pero no es nada comparado con el control que aquí mantienen el gobierno y las corporaciones sobre las instituciones sociales.
Al menos las corporaciones tienen distintos intereses, mientras el poder en Venezuela está básicamente concentrado en un hombre y su grupo.
En Estados Unidos, hay poca diferencia en realidad entre los intereses de la clase económica. La opinión popular es totalmente despreciada. Y la política de la clase económica en alianza con el gobierno, ha sido específicamente diseñada, por más de 30 años, para enriquecer a un mínimo sector de la población, menor del 1 por ciento, mientras el resto está más o menos estancado. También hay una severa represión como se ve en el caso de Bradley Manning, quien ha sido puesto preso en confinamiento solitario y torturado. Si la gente no protesta, el gobierno puede hacer lo que quiera, incluso detener a alguien por seis meses sin razón. Esa es una muy mala noticia, particularmente porque aunque hay pequeñas protestas civiles, no se protesta en los medios. Todo eso esta mal. Eso se puede decir de muchos países.
De acuerdo, pero con poderes especiales, Chávez puede profundizar aun más el control sobre el Estado.
Se puede decir eso. Por otra parte, la oposición tiene todas las oportunidades de desarrollarse. Tiene medios a su favor, hay posibilidades de organizarse y no hay represión sistemática. De acuerdo con Latinobarómetro, los venezolanos apoyan fuertemente el sistema democrático, muy por encima de otros países en la región. Todo eso debe significar algo.
***
La próxima semana publicaremos el resto de esta interesante entrevista de Boris Muñoz a Noam Chomsky
Boris Muñoz
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lunes, 21 de julio de 2014
Perú: déficit comercial de 2.497 millones entre enero y mayo de 2014
Perú: déficit comercial de 2.497 millones entre enero y mayo de 2014
editor - LRM | 21 Julio del 2014
Las exportaciones peruanas sumaron 15.193 millones de dólares en los primeros cinco meses del año, lo que representó una caída de 10,8% respecto al mismo período del año anterior, según datos difundidos por ComexPerú (Sociedad de Comercio Exterior del Perú).
En tanto las importaciones del país andino alcanzaron los 17.689 millones de dólares, y marcaron una caída de 1,6% en relación al mismo período de 2013, dando como resultado una balanza comercial de 2.497 millones de dólares, generando una disminución de 162% interanual.
Según los analistas, la balanza comercial de Perú marca una tendencia negativa para los próximos dos años, manteniendo una diferencia entre las exportaciones y las importaciones no menor a 1.500 millones de dólares.
El país andino mantiene una balanza comercial positiva con Canadá, Suiza y Filipinas; mientras que con Estados Unidos, China y México, por ejemplo, es negativa.
Para los analistas estos resultados están explicados por las menores exportaciones del sector agrícola y minero. Las ventas al exterior de productos tradicionales marcaron entre enero y mayo de 2014 una caída de 16,9% en comparación al mismo período de 2013.
Entre las exportaciones con mayor crecimiento para el período se destaca la pesca (+88,8%) y los productos agropecuarios (+28,4%), siendo las jibias, calamares y potas con ventas por 134 millones de dólares y las paltas por 98 millones de dólares las mercancías con mayor crecimiento.
Los principales destinos de los envíos al exterior continuaron siendo China, Estados Unidos y Canadá, con ventas por 2.967 millones (+21%), 2.471 millones (-20%) y 1.022 millones (-20%) de dólares, respectivamente.
Las importaciones realizadas por Perú entre enero y mayo de este año descendieron levemente en términos generales, marcando un incremento sólo en bienes de consumo de 3,5%.
Entre los productos importados se destacan los aumentos en teléfonos móviles (+33%) y palas mecánicas, excavadoras, cargadoras y palas cargadoras (90,9%).
Los países proveedores están liderados por Estados Unidos con 3.805 millones de dólares, seguido por China con 3.497 millones de dólares y México con 772 millones de dólares.
No obstante, el mayor crecimiento como país proveedor lo registró China con 6,1%, seguido por Estados Unidos con 5,5%. Mientras que en la estructura de las importaciones peruanas Estados Unidos representa el 22% y China el 20%, seguidos por Brasil (5%), México (4%) y Ecuador (4%).
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domingo, 20 de julio de 2014
Un imperialismo en construcción
Un imperialismo en construcción
PIERRE ROUSSET
Martes 15 de julio de 2014
China no es un “país emergente”, sino una potencia emergida. No es un “subimperialismo” que vela por el orden en su región, sino un imperialismo “en proceso de constitución”. La nueva burguesía china quiere jugar en la cancha de los más grandes. El éxito de su proyecto todavía no está asegurado, ni mucho menos, pero esa ambición es la que dicta su política internacional y regional, económica y militar.
Las nuevas “potencias emergentes” suelen agruparse bajo las siglas BRICS, que se refieren a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Efectivamente, estos países intentan formar un bloque en el marco internacional, organizando “cumbres” (la 5ª tuvo lugar en Durban en 2013 y la siguiente tiene lugar estos días en Fortaleza). Han anunciado la creación de un banco internacional de desarrollo controlado por ellos, alternativo al Banco Mundial. Compiten con los países imperialistas tradicionales en el acceso a las riquezas, en especial en el continente africano. El balance de este proyecto es de momento bastante mediocre, pero queda la tentación de formular un “análisis crítico común” de los BRICS con el fin, en particular, de reforzar la capacidad de “resistencia Sur-Sur y de solidaridad” populares, oponiendo los “brics de abajo” a los “BRICS de arriba”/1.
Patrick Bond, militante destacado del movimiento altermundialista y profesor comprometido sudafricano/2, desarrolla su análisis en un reciente artículo publicado en Pambazuka/3. Si para los defensores “más radicales” del bloque de los BRICS, este comprende un “potencial antiimperialista”, también encierra “peligros mucho más importantes”: que esos Estados desempeñen “funciones de ‘subimperialismo’, contribuyendo al mantenimiento del régimen neoliberal”. El análisis de Bond es matizado y diferencia la situación de los diversos países en cuestión, planteando incluso la posibilidad de que algunos de ellos participen en conflictos “interimperialistas”, como está haciendo Rusia en Ucrania/Crimea. Sin embargo, en todo caso aplica el concepto de “subimperialismo” a todos los componentes del “bloque”, China incluida.
Como señala Bond, la noción de Estados subimperialistas se remonta a muchos años atrás: evocada en 1965 por Ruy Mauro Marini para describir el papel de la dictadura brasileña en el hemisferio occidental, se “empleó repetidamente en la década de 1970”. Ahí es donde la cosa empieza a no encajar: es cierto que hoy en día siguen existiendo “subimperialismos”, pero las condiciones de ascenso de la potencia china son tan distintas de las de los Estados de los que se hablaba entonces que es dudoso que el mismo término permita comprender la especificidad del caso chino. No cabe duda de que el régimen chino actual ha contribuido a ampliar (¡y cómo!) la esfera de acumulación del capital internacional, que se ha integrado en la globalización y la financiarización de la economía, que ha legitimado el orden dominante adhiriéndose a la OMC combatida por todos los movimientos sociales progresistas y que ha entregado a las multinacionales una mano de obra carente de derechos y explotable a voluntad (los migrantes del interior); todo esto forma parte de la función que tienen asignada tradicionalmente los subimperialismos. Al hacerlo, China podría haberse convertido de nuevo en un país dominado como los demás por las potencias imperialistas tradicionales. Esta posibilidad parecía materializarse en la década de 2000, pero la dirección del Partido Comunista Chino (PCC) y el nuevo capitalismo burocrático chino tomaron una decisión distinta. Contaban con la baza de la herencia de la revolución maoísta, que había roto los lazos de dependencia del imperialismo, cosa que no se puede decir de ningún otro miembro del BRICS aparte de Rusia; además, a diferencia de esta última, el partido en el poder ha sabido pilotar el proceso de transición capitalista sin solución de continuidad, cambiando profundamente la estructura de clase de la sociedad china/4.
Esto no significa que los demás Estados más o menos calificables de subimperialistas (de Brasil a Arabia Saudita, pasando por Sudáfrica e Israel) sean simples títeres en manos de Washington; pero la lógica que sigue la política internacional de Pekín es cualitativamente diferente. Cuando Brasil envía tropas a Haití, o India a Sri Lanka, cumplen el papel de gendarmes regionales en defensa del orden mundial. En Asia oriental, China ha emprendido un pulso con Japón –cosa muy distinta– y con ello desafía a EE UU: puesto que ya es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y posee oficialmente el arma nuclear, reclama el pleno reconocimiento como potencia.
Economía y estrategia
Para impulsar estas nuevas ambiciones, Pekín cuenta con una base económica muy superior a la de Rusia, que depende en mucha mayor medida de su capacidad militar. El peso de China en la economía global ha crecido de forma rápida e impresionante. ¿Hasta dónde le llevará este ascenso como potencia? Para Bruno Jetin, en este terreno sigue habiendo una gran incertidumbre/5. En términos absolutos, China posee desde 2010 el segundo producto interior bruto mayor del mundo, por detrás del de EE UU, pero superando a los de Japón y Alemania. Si se mantiene la tendencia actual, podría llegar a ocupar el primer puesto dentro de pocos años/6. Lo importante en este terreno no es la precisión de los cálculos o pronósticos, sino la tendencia.
China también es el segundo mercado, uno de los principales prestamistas y la primera “fábrica” del mundo; una posición que la competencia de otros países asiáticos de mano de obra muy barata no puede disputarle fácilmente, pues el país posee además numerosas ventajas extrasalariales. Más difícil es calibrar las posibilidades de la economía china de avanzar significativamente en el ámbito de la innovación tecnológica. Gracias, una vez más, a su independencia con respecto a los imperialismos tradicionales, el régimen está en condiciones de negociar importantes transferencias de tecnología, pero todavía no ha dado un salto adelante en materia de innovaciones autóctonas radicales/7. Un escollo que la dirección del PCC pretende superar próximamente (incluso mediante la adquisición de empresas occidentales). China acaba de afirmar su peso en un nuevo terreno, interviniendo en calidad de “gendarme internacional” de la competencia para bloquear una operación multinacional (a la sazón europea) que no afectaba directamente a ninguna de sus propias empresas: la alianza entre las líderes mundiales del transporte marítimo Maersk (danesa), MSC (italo-suiza) y CMA-CGM (francesa), pese a que ya contaba con el visto bueno de Bruselas y Washington/8. La elección del sector –el transporte marítimo – para esta intervención sorpresa no se debe al azar: China es el primer país exportador del planeta.
La cuestión de fondo es esta: ¿es sostenible el “modelo chino” de desarrollo capitalista? No está claro que sea capaz de resistir a la explosión de burbujas especulativas (como en el sector inmobiliario) o a una fuerte crisis social, a una nueva recesión mundial, al estallido de un conflicto en Asia oriental o a graves tensiones con el capital chino multinacional. Este modelo ha configurado una sociedad marcada por grandes desigualdades, similar a las de numerosos países latinoamericanos y distinta de las de los países occidentales (aunque en EE UU impera asimismo una gran desigualdad y hay países europeos en proceso de “tercermundialización”). La corrupción gangrena el país hasta el punto de que pone en peligro la aplicación de las orientaciones económicas. Cada vez más familias muy ricas –incluidas las que forman parte de las altas esferas del régimen– se lanzan a la especulación y utilizan los paraísos fiscales para evitar los controles oficiales. La coherencia del “capitalismo burocrático” está siendo cuestionada por el ascenso de capitalistas privados y minada desde dentro por el individualismo de los “príncipes rojos”, hijos de los jerarcas del partido. Ahora bien, es justamente este núcleo central de la clase dominante actual el que pilota el proyecto estratégico de constitución del nuevo imperialismo, el que le da su fuerza; si se quiebra, ¿cómo se llevará a cabo la reconversión?
Dicho esto, hoy por hoy la política económica internacional china no solo persigue obtener beneficios, sino también sentar las bases que requiere una superpotencia. En lo tocante a las materias primas, China carece de casi todo, o carecerá en el futuro; compra masivamente tierras agrícolas y yacimientos (petróleo, gas, metales raros…) en todo el mundo y adquiere el control de empresas multinacionales/9; se asegura la capacidad de intervenir directamente en la producción de esas empresas mediante el nombramiento de sus gerentes, aunque también exportando mano de obra china (África…) o reclutando preferentemente a nacionales del país que hablan chino (Vietnam…). Paralelamente, intenta asegurar las vías de comunicación intercontinentales adquiriendo puertos/10 o aeropuertos, invirtiendo en la marina mercante y desplegando progresivamente su flota militar con motivo, en particular, de operaciones contra la piratería en alta mar.
Adquisición de deudas soberanas o de entidades bancarias, diversificación de sus reservas de cambio, creación de cajas de compensación en yuanes en Londres, Fráncfort y Singapur, y próximamente en París… China refuerza su posición en las finanzas internacionales después de hacer un uso eficaz de Hongkong con el mismo fin. En octubre de 2013, el yuan chino sustituyó al euro como segunda divisa en la financiación del comercio internacional a pesar de no ser todavía completamente convertible/11. Es verdad que en el conjunto de las transacciones financieras internacionales el yuan aún no es más que la séptima moneda del mundo en importancia (situándose muy por detrás del euro) y que la supremacía del dólar no está en entredicho, pero Pekín puede beneficiarse de las inquietudes provocadas por la manera en que EE UU exige un derecho de inspección de las cuentas en dólares en el mundo entero e impone su normativa fuera de sus fronteras con respecto a cualquier transacción comercial pagadera en su moneda, como ilustra el asunto BNP Paribas, literalmente colocado bajo tutela/12. En estas condiciones está claro que se reforzará la búsqueda de divisas alternativas.
China también gana puntos en otro sector dominado por los imperialismos tradicionales. Según el último informe del Sipri (Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo), por primera vez desde el final de la guerra fría, China se sitúa entre los cinco mayores países exportadores de armas, un quinteto que hasta ahora no incluía más que a EE UU y países europeos/13. Con el 6 % de las ventas, alcanza el cuarto puesto, justo por detrás de Alemania (7 %), superando a Francia (5 %) y al Reino Unido (4 %), que queda relegado al sexto puesto/14.
El conflicto marítimo en Asia oriental
Es en Asia oriental donde las tensiones entre China, los países vecinos y EE UU son más agudas. Esto no es nuevo: Washington desplegó en la región fuertes dispositivos para contener la ola de revoluciones iniciada en la época de la segunda guerra mundial. Tras la conquista del poder por las fuerzas maoístas en 1949, tejieron toda una red de bases militares alrededor de China, desde Corea del Sur hasta Tailandia, pasando por Japón (Okinawa) y Filipinas. El estallido del conflicto chino-soviético, cuando Moscú firmó un acuerdo nuclear con Washington a espaldas de China, reforzó el síndrome de asedio en Pekín. Lo que ha cambiado, en revancha, es la naturaleza social del Estado chino y, al mismo tiempo, la política que aplica para romper la amenaza de aislamiento físico que cree que se cierne sobre el país/15.
Esta política tiene actualmente una vertiente económica asociada a la exportación masiva de capital, que es uno de los marcadores de la aparición de un nuevo capitalismo chino arrasador, y a la proliferación de relaciones comerciales. Pekín crea una doble dependencia en países de la región: por la importancia del mercado chino para sus economías y por el crecimiento de sus inversiones en un buen número de países vecinos. Así, el PCC ya no se lo piensa dos veces a la hora de pasar por encima del régimen norcoreano para reforzar directamente sus relaciones con Corea del Sur. Pekín seduce con la oferta de una pax sinica que permitiría sancionar esas relaciones de dependencia económica, si bien esta política también suscita crecientes resistencias sociales y nacionales en los lugares en que las poblaciones son víctimas del dumping comercial y del comercio transfronterizo desigual (Tailandia…), se sienten amenazadas por gigantescas obras de infraestructura como las grandes presas (proyecto abortado en Vietnam, suspendido en Birmania…), sufren unas condiciones laborales excesivamente draconianas en empresas de capital chino (Vietnam…) o son expulsadas de sus tierras adquiridas por China (Filipinas…).
La implosión de la URSS y el fin del llamado periodo de guerra fría entre bloques ha desestabilizado en gran medida la situación geopolítica de Asia oriental, donde existen numerosos “puntos calientes”, es decir, crisis no resueltas que supuran desde hace décadas. En este contexto, Pekín pretende imponerse como un agente imprescindible en las maniobras diplomáticas internacionales. Este fue el caso, evidentemente, de la península coreana, pero ahora China también está presente en el tablero afgano. Esta resuelta política regional cuenta asimismo con una vertiente militar y territorial muy agresiva, que subraya hasta qué punto la pax sinica se caracterizaría por una gran desigualdad. Para nutrir un nacionalismo de gran potencia capaz de llenar el vacío ideológico que dejó la crisis del maoísmo, para dar legitimidad al régimen, para apropiarse de las riquezas marinas y también para asegurarse el acceso de su flota al océano Pacífico y a los estrechos del sudeste asiático, Pekín ha declarado suya casi la totalidad del mar de China (nombre que evidentemente rechazan los demás países ribereños). Se arroga derechos que en principio solo son aplicables a un mar interior y no a un eje de la navegación internacional. Impone de hecho sus reivindicaciones construyendo diversas estructuras militares en archipiélagos deshabitados, islotes, peñones y arrecifes que reclaman o poseen otros países de la región; anima a sus pescadores a faenar en todas partes bajo la protección de sus guardacostas y emprende sondeos petroleros con la instalación, el pasado 2 de mayo, de una plataforma de perforación ante la costa vietnamita.
En contra de la opinión de Vietnam, Malasia, Brunei y Filipinas, Taiwán y Japón, Pekín toma posesión o reivindica la totalidad de las islas Paracelso y Spratley, del atolón de Scarborough y de las islas Senkaku/Diaoyu, y extiende sus propias aguas territoriales de tal manera que a los demás países del sudeste asiático no les queda más que una parte diminuta. Han surgido puntos de fricción militar en el oeste con Vietnam y en el este con Japón. Si en el primer caso se han producido incidentes muy violentos, en el segundo una escalada “controlada” está haciendo sonar todas las alarmas desde que Tokio “nacionalizara”, en septiembre de 2012, las islas Senkaku/Diaoyu/16, hasta el punto de que el pasado mes de noviembre China proclamó una zona de identificación aérea que engloba este pequeño archipiélago.
Ninguna potencia quiere iniciar actualmente una guerra abierta en Asia oriental, pero de provocación en contraprovocación no cabe descartar posibles resbalones. No olvidemos que se trata de la región más nuclearizada del planeta, donde se encuentran cara a cara, como ilustra la crisis coreana, China, Rusia, EE UU y Japón, y de una región marcada asimismo por el ascenso de nacionalismos xenófobos y la militarización marítima (donde maniobran la primera, la tercera y la cuarta flota del mundo). EE UU no cesa de anunciar su gran retorno a Asia y la derecha nipona quiere anular las cláusulas pacifistas de su constitución: a pesar de la oposición de la mayoría de la población, el parlamento japonés acaba de adoptar una nueva “interpretación” de esta constitución para facilitar la participación de su ejército en operaciones exteriores…/17.
El fin de los bloques provocado por el hundimiento de la URSS y globalización capitalista han creado una situación de gran inestabilidad y no solo de interdependencia (EE UU depende de los capitales chinos y China del mercado estadounidense). Washington no puede cumplir a solas el papel de gendarme del mundo y unos cuantos “subimperialismos” regionales no bastan para ayudarle: le harían falta imperialismos aliados, aunque fueran “secundarios”; sin embargo, la Unión Europea brilla por su impotencia y Japón todavía no está en condiciones de levantar el vuelo por sí solo. Pekín aprovecha hoy por hoy este vacío, tanto en el plano militar como económico. No obstante, si prosigue la constitución del nuevo imperialismo chino (cosa que no está asegurada) sin que se produzca una crisis importante del régimen, no cabe duda de que vendrá acompañada de un aumento de las tensiones geopolíticas.
Está claro que Asia oriental no es la única región del mundo marcada por la inestabilidad y la proliferación de conflictos armados: Oriente Medio sigue siendo desde este punto de vista la región de lejos más “caliente”. Sin embargo, en Asia la confrontación entre todas las grandes potencias es más directa.
6/7/2014
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article32424
Traducción: VIENTO SUR
Notas
1/ Patrick Bond, Which way forward for the BRICS in Africa, a year after the Durban summit?, Pambazuka n° 673: http://pambazuka.org/en/category/fe...
2/ Universidad de KwaZulu-Natal.
3/ Patrick Bond, BRICS and the tendency to sub-imperialism, Pambazuka n° 673:http://pambazuka.org/en/category/fe...
4/ Véase sobre este proceso Pierre Rousset, D’où surgit le nouveau capitalisme chinois ? “Bourgeoisification” de la bureaucratie et mondialisation, ESSF (artículo 31179): http://www.europe-solidaire.org/spi...
5/ Véase Bruno Jetin, China: unavoidable rise or possible decline? en: Au Loong Yu, China’s Rise : Strength and Fragility, Merlin Press: Reino Unido 2013. Gran parte de los datos que siguen están sacados de este capítulo. Para una crónica del ascenso del capitalismo chino en la arena internacional, véase asimismo, en la misma obra, el capítulo de Au Loong Yu, China Going Global.
6/ Según los cálculos del FMI, basados en datos de fiabilidad discutible, como los tipos de cambio.
7/ En el sector del automóvil… http://www.autoactu.com/les-dangers...
8/ Denis Cosnard, Le Monde, 19 de junio de 2014.
9/ Es el caso, por ejemplo, del sector lácteo desde 2010, con adquisiciones de capital por parte de gigantes agroalimentarios controlados por el gobierno chino como Brigth Food: Nueva Zelanda fue el primer objetivo (no en vano este país es el primer exportador mundial de productos lácteos), y ofensivas en EE UU o en Europa y, últimamente, en Israel. Se trata tanto de asegurar la importación de productos, ingredientes o tecnologías en un sector muy sensible tras los repetidos escándalos sanitarios que afectaron en particular a la leche en polvo para bebés. En el sector cárnico está en marcha un proceso similar, con la compra por parte de WH Group, en 2013, de la empresa procesadora de porcino Smithfield; este es el grupo estadounidense más grande adquirido hasta la fecha por el capital chino.
/10 No hace mucho, el primer ministro chino acudió a Atenas para negociar, en particular, la ampliación de su participación en el puerto de Pireo, que el gobierno griego ha puesto en venta.
/11 Isabelle Chaperon, Le Monde, 29-30 de junio de 2014.
/12 El gran banco francés BNP Paribas ha sido condenado a una multa récord de 9.000 millones de dólares (entre otras sanciones) por haber comerciado en la divisa estadounidense con países sometidos al embargo de EE UU, pese a que tales operaciones se llevaron a cabo en Suiza. El caso es que toda transacción en dólares debe quedar registrada en un banco situado en EE UU, lo que permite la fiscalización por parte de la justicia estadounidense.
/13 http://www.sipri.org/yearbook/2013/...
/14 http://books.sipri.org/product_info... Los dos principales países exportadores son, claro está, EE UU (29 %) y Rusia (27 %).
/15 En este marco no es posible entrar en detalles sobre la historia de la compleja política asiática de Pekín en la época maoísta.
/16 Pierre Rousset, ESSF (article 26587), Asie du Nord-Est: bruits de bottes pour une poignée d’îlots inhabités.
/17 Este artículo se centra en el ascenso de la potencia china. Para tratar la situación geopolítica en Asia oriental habría que desarrollar el papel propio de los imperialismos “tradicionales”, EE UU y Japón.
Las nuevas “potencias emergentes” suelen agruparse bajo las siglas BRICS, que se refieren a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Efectivamente, estos países intentan formar un bloque en el marco internacional, organizando “cumbres” (la 5ª tuvo lugar en Durban en 2013 y la siguiente tiene lugar estos días en Fortaleza). Han anunciado la creación de un banco internacional de desarrollo controlado por ellos, alternativo al Banco Mundial. Compiten con los países imperialistas tradicionales en el acceso a las riquezas, en especial en el continente africano. El balance de este proyecto es de momento bastante mediocre, pero queda la tentación de formular un “análisis crítico común” de los BRICS con el fin, en particular, de reforzar la capacidad de “resistencia Sur-Sur y de solidaridad” populares, oponiendo los “brics de abajo” a los “BRICS de arriba”/1.
Patrick Bond, militante destacado del movimiento altermundialista y profesor comprometido sudafricano/2, desarrolla su análisis en un reciente artículo publicado en Pambazuka/3. Si para los defensores “más radicales” del bloque de los BRICS, este comprende un “potencial antiimperialista”, también encierra “peligros mucho más importantes”: que esos Estados desempeñen “funciones de ‘subimperialismo’, contribuyendo al mantenimiento del régimen neoliberal”. El análisis de Bond es matizado y diferencia la situación de los diversos países en cuestión, planteando incluso la posibilidad de que algunos de ellos participen en conflictos “interimperialistas”, como está haciendo Rusia en Ucrania/Crimea. Sin embargo, en todo caso aplica el concepto de “subimperialismo” a todos los componentes del “bloque”, China incluida.
Como señala Bond, la noción de Estados subimperialistas se remonta a muchos años atrás: evocada en 1965 por Ruy Mauro Marini para describir el papel de la dictadura brasileña en el hemisferio occidental, se “empleó repetidamente en la década de 1970”. Ahí es donde la cosa empieza a no encajar: es cierto que hoy en día siguen existiendo “subimperialismos”, pero las condiciones de ascenso de la potencia china son tan distintas de las de los Estados de los que se hablaba entonces que es dudoso que el mismo término permita comprender la especificidad del caso chino. No cabe duda de que el régimen chino actual ha contribuido a ampliar (¡y cómo!) la esfera de acumulación del capital internacional, que se ha integrado en la globalización y la financiarización de la economía, que ha legitimado el orden dominante adhiriéndose a la OMC combatida por todos los movimientos sociales progresistas y que ha entregado a las multinacionales una mano de obra carente de derechos y explotable a voluntad (los migrantes del interior); todo esto forma parte de la función que tienen asignada tradicionalmente los subimperialismos. Al hacerlo, China podría haberse convertido de nuevo en un país dominado como los demás por las potencias imperialistas tradicionales. Esta posibilidad parecía materializarse en la década de 2000, pero la dirección del Partido Comunista Chino (PCC) y el nuevo capitalismo burocrático chino tomaron una decisión distinta. Contaban con la baza de la herencia de la revolución maoísta, que había roto los lazos de dependencia del imperialismo, cosa que no se puede decir de ningún otro miembro del BRICS aparte de Rusia; además, a diferencia de esta última, el partido en el poder ha sabido pilotar el proceso de transición capitalista sin solución de continuidad, cambiando profundamente la estructura de clase de la sociedad china/4.
Esto no significa que los demás Estados más o menos calificables de subimperialistas (de Brasil a Arabia Saudita, pasando por Sudáfrica e Israel) sean simples títeres en manos de Washington; pero la lógica que sigue la política internacional de Pekín es cualitativamente diferente. Cuando Brasil envía tropas a Haití, o India a Sri Lanka, cumplen el papel de gendarmes regionales en defensa del orden mundial. En Asia oriental, China ha emprendido un pulso con Japón –cosa muy distinta– y con ello desafía a EE UU: puesto que ya es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y posee oficialmente el arma nuclear, reclama el pleno reconocimiento como potencia.
Economía y estrategia
Para impulsar estas nuevas ambiciones, Pekín cuenta con una base económica muy superior a la de Rusia, que depende en mucha mayor medida de su capacidad militar. El peso de China en la economía global ha crecido de forma rápida e impresionante. ¿Hasta dónde le llevará este ascenso como potencia? Para Bruno Jetin, en este terreno sigue habiendo una gran incertidumbre/5. En términos absolutos, China posee desde 2010 el segundo producto interior bruto mayor del mundo, por detrás del de EE UU, pero superando a los de Japón y Alemania. Si se mantiene la tendencia actual, podría llegar a ocupar el primer puesto dentro de pocos años/6. Lo importante en este terreno no es la precisión de los cálculos o pronósticos, sino la tendencia.
China también es el segundo mercado, uno de los principales prestamistas y la primera “fábrica” del mundo; una posición que la competencia de otros países asiáticos de mano de obra muy barata no puede disputarle fácilmente, pues el país posee además numerosas ventajas extrasalariales. Más difícil es calibrar las posibilidades de la economía china de avanzar significativamente en el ámbito de la innovación tecnológica. Gracias, una vez más, a su independencia con respecto a los imperialismos tradicionales, el régimen está en condiciones de negociar importantes transferencias de tecnología, pero todavía no ha dado un salto adelante en materia de innovaciones autóctonas radicales/7. Un escollo que la dirección del PCC pretende superar próximamente (incluso mediante la adquisición de empresas occidentales). China acaba de afirmar su peso en un nuevo terreno, interviniendo en calidad de “gendarme internacional” de la competencia para bloquear una operación multinacional (a la sazón europea) que no afectaba directamente a ninguna de sus propias empresas: la alianza entre las líderes mundiales del transporte marítimo Maersk (danesa), MSC (italo-suiza) y CMA-CGM (francesa), pese a que ya contaba con el visto bueno de Bruselas y Washington/8. La elección del sector –el transporte marítimo – para esta intervención sorpresa no se debe al azar: China es el primer país exportador del planeta.
La cuestión de fondo es esta: ¿es sostenible el “modelo chino” de desarrollo capitalista? No está claro que sea capaz de resistir a la explosión de burbujas especulativas (como en el sector inmobiliario) o a una fuerte crisis social, a una nueva recesión mundial, al estallido de un conflicto en Asia oriental o a graves tensiones con el capital chino multinacional. Este modelo ha configurado una sociedad marcada por grandes desigualdades, similar a las de numerosos países latinoamericanos y distinta de las de los países occidentales (aunque en EE UU impera asimismo una gran desigualdad y hay países europeos en proceso de “tercermundialización”). La corrupción gangrena el país hasta el punto de que pone en peligro la aplicación de las orientaciones económicas. Cada vez más familias muy ricas –incluidas las que forman parte de las altas esferas del régimen– se lanzan a la especulación y utilizan los paraísos fiscales para evitar los controles oficiales. La coherencia del “capitalismo burocrático” está siendo cuestionada por el ascenso de capitalistas privados y minada desde dentro por el individualismo de los “príncipes rojos”, hijos de los jerarcas del partido. Ahora bien, es justamente este núcleo central de la clase dominante actual el que pilota el proyecto estratégico de constitución del nuevo imperialismo, el que le da su fuerza; si se quiebra, ¿cómo se llevará a cabo la reconversión?
Dicho esto, hoy por hoy la política económica internacional china no solo persigue obtener beneficios, sino también sentar las bases que requiere una superpotencia. En lo tocante a las materias primas, China carece de casi todo, o carecerá en el futuro; compra masivamente tierras agrícolas y yacimientos (petróleo, gas, metales raros…) en todo el mundo y adquiere el control de empresas multinacionales/9; se asegura la capacidad de intervenir directamente en la producción de esas empresas mediante el nombramiento de sus gerentes, aunque también exportando mano de obra china (África…) o reclutando preferentemente a nacionales del país que hablan chino (Vietnam…). Paralelamente, intenta asegurar las vías de comunicación intercontinentales adquiriendo puertos/10 o aeropuertos, invirtiendo en la marina mercante y desplegando progresivamente su flota militar con motivo, en particular, de operaciones contra la piratería en alta mar.
Adquisición de deudas soberanas o de entidades bancarias, diversificación de sus reservas de cambio, creación de cajas de compensación en yuanes en Londres, Fráncfort y Singapur, y próximamente en París… China refuerza su posición en las finanzas internacionales después de hacer un uso eficaz de Hongkong con el mismo fin. En octubre de 2013, el yuan chino sustituyó al euro como segunda divisa en la financiación del comercio internacional a pesar de no ser todavía completamente convertible/11. Es verdad que en el conjunto de las transacciones financieras internacionales el yuan aún no es más que la séptima moneda del mundo en importancia (situándose muy por detrás del euro) y que la supremacía del dólar no está en entredicho, pero Pekín puede beneficiarse de las inquietudes provocadas por la manera en que EE UU exige un derecho de inspección de las cuentas en dólares en el mundo entero e impone su normativa fuera de sus fronteras con respecto a cualquier transacción comercial pagadera en su moneda, como ilustra el asunto BNP Paribas, literalmente colocado bajo tutela/12. En estas condiciones está claro que se reforzará la búsqueda de divisas alternativas.
China también gana puntos en otro sector dominado por los imperialismos tradicionales. Según el último informe del Sipri (Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo), por primera vez desde el final de la guerra fría, China se sitúa entre los cinco mayores países exportadores de armas, un quinteto que hasta ahora no incluía más que a EE UU y países europeos/13. Con el 6 % de las ventas, alcanza el cuarto puesto, justo por detrás de Alemania (7 %), superando a Francia (5 %) y al Reino Unido (4 %), que queda relegado al sexto puesto/14.
El conflicto marítimo en Asia oriental
Es en Asia oriental donde las tensiones entre China, los países vecinos y EE UU son más agudas. Esto no es nuevo: Washington desplegó en la región fuertes dispositivos para contener la ola de revoluciones iniciada en la época de la segunda guerra mundial. Tras la conquista del poder por las fuerzas maoístas en 1949, tejieron toda una red de bases militares alrededor de China, desde Corea del Sur hasta Tailandia, pasando por Japón (Okinawa) y Filipinas. El estallido del conflicto chino-soviético, cuando Moscú firmó un acuerdo nuclear con Washington a espaldas de China, reforzó el síndrome de asedio en Pekín. Lo que ha cambiado, en revancha, es la naturaleza social del Estado chino y, al mismo tiempo, la política que aplica para romper la amenaza de aislamiento físico que cree que se cierne sobre el país/15.
Esta política tiene actualmente una vertiente económica asociada a la exportación masiva de capital, que es uno de los marcadores de la aparición de un nuevo capitalismo chino arrasador, y a la proliferación de relaciones comerciales. Pekín crea una doble dependencia en países de la región: por la importancia del mercado chino para sus economías y por el crecimiento de sus inversiones en un buen número de países vecinos. Así, el PCC ya no se lo piensa dos veces a la hora de pasar por encima del régimen norcoreano para reforzar directamente sus relaciones con Corea del Sur. Pekín seduce con la oferta de una pax sinica que permitiría sancionar esas relaciones de dependencia económica, si bien esta política también suscita crecientes resistencias sociales y nacionales en los lugares en que las poblaciones son víctimas del dumping comercial y del comercio transfronterizo desigual (Tailandia…), se sienten amenazadas por gigantescas obras de infraestructura como las grandes presas (proyecto abortado en Vietnam, suspendido en Birmania…), sufren unas condiciones laborales excesivamente draconianas en empresas de capital chino (Vietnam…) o son expulsadas de sus tierras adquiridas por China (Filipinas…).
La implosión de la URSS y el fin del llamado periodo de guerra fría entre bloques ha desestabilizado en gran medida la situación geopolítica de Asia oriental, donde existen numerosos “puntos calientes”, es decir, crisis no resueltas que supuran desde hace décadas. En este contexto, Pekín pretende imponerse como un agente imprescindible en las maniobras diplomáticas internacionales. Este fue el caso, evidentemente, de la península coreana, pero ahora China también está presente en el tablero afgano. Esta resuelta política regional cuenta asimismo con una vertiente militar y territorial muy agresiva, que subraya hasta qué punto la pax sinica se caracterizaría por una gran desigualdad. Para nutrir un nacionalismo de gran potencia capaz de llenar el vacío ideológico que dejó la crisis del maoísmo, para dar legitimidad al régimen, para apropiarse de las riquezas marinas y también para asegurarse el acceso de su flota al océano Pacífico y a los estrechos del sudeste asiático, Pekín ha declarado suya casi la totalidad del mar de China (nombre que evidentemente rechazan los demás países ribereños). Se arroga derechos que en principio solo son aplicables a un mar interior y no a un eje de la navegación internacional. Impone de hecho sus reivindicaciones construyendo diversas estructuras militares en archipiélagos deshabitados, islotes, peñones y arrecifes que reclaman o poseen otros países de la región; anima a sus pescadores a faenar en todas partes bajo la protección de sus guardacostas y emprende sondeos petroleros con la instalación, el pasado 2 de mayo, de una plataforma de perforación ante la costa vietnamita.
En contra de la opinión de Vietnam, Malasia, Brunei y Filipinas, Taiwán y Japón, Pekín toma posesión o reivindica la totalidad de las islas Paracelso y Spratley, del atolón de Scarborough y de las islas Senkaku/Diaoyu, y extiende sus propias aguas territoriales de tal manera que a los demás países del sudeste asiático no les queda más que una parte diminuta. Han surgido puntos de fricción militar en el oeste con Vietnam y en el este con Japón. Si en el primer caso se han producido incidentes muy violentos, en el segundo una escalada “controlada” está haciendo sonar todas las alarmas desde que Tokio “nacionalizara”, en septiembre de 2012, las islas Senkaku/Diaoyu/16, hasta el punto de que el pasado mes de noviembre China proclamó una zona de identificación aérea que engloba este pequeño archipiélago.
Ninguna potencia quiere iniciar actualmente una guerra abierta en Asia oriental, pero de provocación en contraprovocación no cabe descartar posibles resbalones. No olvidemos que se trata de la región más nuclearizada del planeta, donde se encuentran cara a cara, como ilustra la crisis coreana, China, Rusia, EE UU y Japón, y de una región marcada asimismo por el ascenso de nacionalismos xenófobos y la militarización marítima (donde maniobran la primera, la tercera y la cuarta flota del mundo). EE UU no cesa de anunciar su gran retorno a Asia y la derecha nipona quiere anular las cláusulas pacifistas de su constitución: a pesar de la oposición de la mayoría de la población, el parlamento japonés acaba de adoptar una nueva “interpretación” de esta constitución para facilitar la participación de su ejército en operaciones exteriores…/17.
El fin de los bloques provocado por el hundimiento de la URSS y globalización capitalista han creado una situación de gran inestabilidad y no solo de interdependencia (EE UU depende de los capitales chinos y China del mercado estadounidense). Washington no puede cumplir a solas el papel de gendarme del mundo y unos cuantos “subimperialismos” regionales no bastan para ayudarle: le harían falta imperialismos aliados, aunque fueran “secundarios”; sin embargo, la Unión Europea brilla por su impotencia y Japón todavía no está en condiciones de levantar el vuelo por sí solo. Pekín aprovecha hoy por hoy este vacío, tanto en el plano militar como económico. No obstante, si prosigue la constitución del nuevo imperialismo chino (cosa que no está asegurada) sin que se produzca una crisis importante del régimen, no cabe duda de que vendrá acompañada de un aumento de las tensiones geopolíticas.
Está claro que Asia oriental no es la única región del mundo marcada por la inestabilidad y la proliferación de conflictos armados: Oriente Medio sigue siendo desde este punto de vista la región de lejos más “caliente”. Sin embargo, en Asia la confrontación entre todas las grandes potencias es más directa.
6/7/2014
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article32424
Traducción: VIENTO SUR
Notas
1/ Patrick Bond, Which way forward for the BRICS in Africa, a year after the Durban summit?, Pambazuka n° 673: http://pambazuka.org/en/category/fe...
2/ Universidad de KwaZulu-Natal.
3/ Patrick Bond, BRICS and the tendency to sub-imperialism, Pambazuka n° 673:http://pambazuka.org/en/category/fe...
4/ Véase sobre este proceso Pierre Rousset, D’où surgit le nouveau capitalisme chinois ? “Bourgeoisification” de la bureaucratie et mondialisation, ESSF (artículo 31179): http://www.europe-solidaire.org/spi...
5/ Véase Bruno Jetin, China: unavoidable rise or possible decline? en: Au Loong Yu, China’s Rise : Strength and Fragility, Merlin Press: Reino Unido 2013. Gran parte de los datos que siguen están sacados de este capítulo. Para una crónica del ascenso del capitalismo chino en la arena internacional, véase asimismo, en la misma obra, el capítulo de Au Loong Yu, China Going Global.
6/ Según los cálculos del FMI, basados en datos de fiabilidad discutible, como los tipos de cambio.
7/ En el sector del automóvil… http://www.autoactu.com/les-dangers...
8/ Denis Cosnard, Le Monde, 19 de junio de 2014.
9/ Es el caso, por ejemplo, del sector lácteo desde 2010, con adquisiciones de capital por parte de gigantes agroalimentarios controlados por el gobierno chino como Brigth Food: Nueva Zelanda fue el primer objetivo (no en vano este país es el primer exportador mundial de productos lácteos), y ofensivas en EE UU o en Europa y, últimamente, en Israel. Se trata tanto de asegurar la importación de productos, ingredientes o tecnologías en un sector muy sensible tras los repetidos escándalos sanitarios que afectaron en particular a la leche en polvo para bebés. En el sector cárnico está en marcha un proceso similar, con la compra por parte de WH Group, en 2013, de la empresa procesadora de porcino Smithfield; este es el grupo estadounidense más grande adquirido hasta la fecha por el capital chino.
/10 No hace mucho, el primer ministro chino acudió a Atenas para negociar, en particular, la ampliación de su participación en el puerto de Pireo, que el gobierno griego ha puesto en venta.
/11 Isabelle Chaperon, Le Monde, 29-30 de junio de 2014.
/12 El gran banco francés BNP Paribas ha sido condenado a una multa récord de 9.000 millones de dólares (entre otras sanciones) por haber comerciado en la divisa estadounidense con países sometidos al embargo de EE UU, pese a que tales operaciones se llevaron a cabo en Suiza. El caso es que toda transacción en dólares debe quedar registrada en un banco situado en EE UU, lo que permite la fiscalización por parte de la justicia estadounidense.
/13 http://www.sipri.org/yearbook/2013/...
/14 http://books.sipri.org/product_info... Los dos principales países exportadores son, claro está, EE UU (29 %) y Rusia (27 %).
/15 En este marco no es posible entrar en detalles sobre la historia de la compleja política asiática de Pekín en la época maoísta.
/16 Pierre Rousset, ESSF (article 26587), Asie du Nord-Est: bruits de bottes pour une poignée d’îlots inhabités.
/17 Este artículo se centra en el ascenso de la potencia china. Para tratar la situación geopolítica en Asia oriental habría que desarrollar el papel propio de los imperialismos “tradicionales”, EE UU y Japón.
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