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jueves, 27 de agosto de 2015

EMPRESAS TRANSNACIONALES Y GLOBALIZACIÓN

EMPRESAS TRANSNACIONALES Y GLOBALIZACIÓN

Las Empresas Transnacionales (ETNs) cumplen un papel fundamental en el proceso de globalización. A continuación se exponen varios criterios al respecto.
Según Veloz(139) las ETNs “son consideradas los principales agentes de la globalización, ya que como portadora de la vocación universal del capital, integra producción tecnológica, mercados, flujos comerciales y financieros, y decisiones políticas, es decir, son las responsables del despliegue económico de las naciones y concentran buena parte de la actividad económica internacional; tanto en el comercio, finanzas e inversión foránea, lo que se traduce en una amplia capacidad de gestión mundial”.
Añez(140) sostiene que “la política de imposición de una ideología única que rige a la globalización, se sirve de las Empresas Transnacionales como medio de propagación de las exigencias de índole material que los Estados neocolonialistas del primer mundo buscan imponer a los gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, consumidores y élites locales con los objetivos de incrementar las ganancias del capital internacional y de generar un mayor volumen de liquidez para los mercados financieros”.
Para Calderón(141) “la globalización tiene sujetos históricamente determinados que están haciendo la historia: las empresas transnacionales. Estas son los principales agentes, que realizan los cambios. En ellas descansa el llevar al capital a un mayor grado de internacionalización e integración. Por ello las empresas al buscar, no solo ventajas comparativas, sino también competitivas, para abatir costos, están elevando a un mayor nivel del desarrollo a las fuerzas productivas. Las razones son claras, mantenerse en posición competitiva en la esfera internacional”.
De acuerdo a Salas-Porras(142):
Las empresas transnacionales son uno de los principales vehículos de la internacionalización de capital y, a la vez, uno de los protagonistas más importantes de los procesos de integración, globalización y regionalización del capital.
La internacionalización del capital se expresa en los múltiples flujos de inversión directa e indirecta que circulan a través de las fronteras. Entre los primeros, encontramos todos aquellos efectuados por las empresas transnacionales, que se proponen ejercer un control sobre el funcionamiento, administración y gestión de las firmas filiales establecidas en uno o varios países fuera de su país de origen. La inversión indirecta, por su parte, se refiere a los títulos o contratos de deuda, a los que habría que agregar las inversiones internacionales en portafolio, ya sea en acciones o en títulos de deuda o derivados. Estas últimas no se proponen ejercer un control directo sobre la gestión y administración de las empresas. Se interesan más bien en el rendimiento, y cada vez más en el rendimiento de corto plazo. La Inversión Extranjera Directa (IED) representa en la actualidad una de las formas más estables del capital internacional, sobre todo cuando se le compara con las inversiones en portafolio, que son volátiles y provocan inestabilidad y crisis financieras. Sin embargo, las relaciones entre las empresas transnacionales y las otras formas de internacionalización del capital son muy complejas. La expansión de las grandes corporaciones a través de filiales distribuidas en dos o más países constituye un mecanismo por medio del cual las empresas pueden no sólo internacionalizar la producción, sino diversificar los riesgos asociados a las tasas domésticas de cambio y de interés, incurrir en múltiples formas de arbitraje cambiario, y financiero en general, internalizar mercados imperfectos de divisas y de capital y, por tanto, bajar los costos transfronterizos de incertidumbre y volatilidad. Además, las empresas transnacionales realizan inversiones en portafolio, ya sea a través de la matriz o de cualquiera de sus filiales.
En este contexto, es válido presentar información sobre el peso de las ETNs en la economía mundial.
El “Informe sobre las inversiones en el mundo 2000" elaborado por la UNCTAD(143), destaca:
- La producción internacional de las empresas transnacionales (ETNs), que son unas 63.000 empresas matrices, con alrededor de 690.000 filiales extranjeras y un conjunto de otras empresas vinculadas a ellas por diferentes arreglos, prácticamente abarca a todos los países y actividades económicas y constituye una formidable fuerza en la economía mundial de hoy. Las 100 mayores ETNs no financieras del mundo, basadas casi de manera exclusiva en los países desarrollados, son el motor fundamental de la producción internacional. En 1998 los 2 billones de dólares de los activos de sus filiales extranjeras representaban cerca de la octava parte de los activos totales de todas las filiales extranjeras en el mundo. Las filiales extranjeras de las 100 primeras ETN emplean a más de 6 millones de personas y sus ventas en el extranjero son del orden de 2 billones de dólares. Su actividad se concentra principalmente en equipo eléctrico y electrónico, automóviles, petróleo, productos químicos y productos farmacéuticos.
- Existen muchas pruebas de la expansión de la producción internacional en el transcurso de las décadas del ochenta y del noventa. El producto bruto vinculado a la producción internacional y las ventas de las filiales extranjeras en todo el mundo se incrementaron más rápidamente que el PIB mundial y las exportaciones mundiales, respectivamente. Las ventas de las filiales extranjeras en todo el mundo (14 billones de dólares en 1999, 3 billones en 1980) significan ahora casi el doble de las exportaciones mundiales y el producto bruto relacionado a la producción internacional es más o menos de la décima parte del PIB mundial, en comparación con la vigésima parte en 1982. La relación entre las entradas mundiales de IED, que se ubicaron en 865 mil millones de dólares en 1999, y el monto mundial de la formación interna bruta de capital es hoy del 14%, en comparación con el 2% hace 20 años. De igual forma, la relación entre el monto mundial de IED y el PIB mundial aumentó del 5% al 16% durante el mismo período y el número de empresas matrices internacionales en 15 países desarrollados se incrementó de unas 7.000 a fines de los sesenta a unas 40.000 a fines de los noventa.
- La producción internacional durante la década del noventa obedece principalmente a las fusiones y adquisiciones (FAS) transfronterizas más que a las inversiones en nuevas instalaciones: el valor de las FAS transfronterizas efectuadas se incrementó de menos de 100 mil millones de dólares en 1987 a 720 mil millones en 1999.
Las FAS transfronterizas constituyen el medio más rápido de conquistar una sólida posición en un nuevo mercado, ganar poder de mercado y desde luego dominio sobre el mercado, aumentar el tamaño de la empresa o repartir los riesgos. En forma paralela, los altos directivos de las empresas pueden aprovechar las oportunidades financieras y cosechar además ganancias personales. Igualmente, las FAS transfronterizas permiten a las empresas explotar las sinergias agrupando los recursos patrimoniales y las capacidades de las empresas participantes en estas operaciones, con posibles ganancias estáticas y dinámicas de eficiencia.
- El rápido ritmo de los adelantos tecnológicos ha acentuado las presiones sobre las empresas tecnológicas líderes del mundo, que suelen ser ETNs, para competir. Al fusionarse con otras ETNs que poseen capacidades complementarias, las empresas pueden repartirse los costos de las innovaciones, tener acceso a nuevos activos tecnológicos y mejorar su competitividad. La difusión y profundización del sistema internacional de producción como resultado de las FAS transfronterizas se han visto facilitadas también por la eliminación o suavización de las restricciones a la IED en muchos países. Las medidas de liberalización del comercio y de integración regional han dado un impulso nuevo a las FAS transfronterizas al sentar las bases para una competencia más intensa y empujar a la reestructuración y consolidación a escala regional de la actividad empresarial. Al mismo tiempo, la liberalización de los mercados de capitales y la proliferación de nuevos métodos de financiar esas operaciones han facilitado igualmente las FAS transfronterizas.
Tamayo(144), citando a Ramonet, manifiesta que el peso de las transnacionales es mayor a muchos Estados. El volumen de ventas de la General Motors es superior al PIB de Dinamarca y el de la Exxon-Mobil supera el de Austria. Cada una de las 100 transnacionales más importantes vende más de lo que exporta uno de los 120 países más pobres del planeta y las 23 transnacionales más poderosas venden más de lo que exportan algunos de los gigantes del Sur como Brasil, India, Indonesia o México.
Vidal(145) indica que el valor agregado creado en las filiales de ETNs en el mundo representó el 10.7% del producto mundial en el año 2002, en tanto que significó el 6.7% en 1990 y el 5.9% en 1982. Las ventas de las filiales de ETNs en el 2002 equivalían al 54.9% del producto mundial y las exportaciones de las filiales eran el 33% de las exportaciones mundiales de mercancías y servicios no factoriales, mientras que en 1990 las cifras fueron del 26.2% y del 27.8%, respectivamente. Las exportaciones de las filiales representaron en el 2003 el 33.4% de las exportaciones mundiales. Entre los años 1996 y 2000 la tasa de crecimiento anual del producto bruto de las filiales extranjeras de ETNs fue mucho mayor que la del PIB a precios corrientes, como también la de las exportaciones de las filiales en comparación con el comercio mundial. Si se comparan las ventas de las filiales con el comercio mundial, la relación fue de más de 2 a 1 en el 2003, mientras que en 1990 y 1982 fue de apenas de veces.
Carrión y Verger(146) anotan: “Las empresas transnacionales están detrás del 85 por ciento de la Inversión Extranjera Directa (IED) y del 66 por ciento del comercio mundial. Estas cifras nos indican que las ETN son el actor económico más relevante del sistema global actual. Además, este poder económico se traduce en poder e influencia política, lo que es utilizado por las ETN para moldear el contexto en función de sus intereses”.
Información reciente proporcionada por la UNCTAD(147) , destaca:
- Las ETNs de los países desarrollados continúan siendo las fuentes principales de inversión extranjera directa (IED), representando el 84% de las salidas mundiales.
- La mayor actividad de fusiones y adquisiciones transfronterizas sostiene el incremento de la IED mundial. En el 2006, estas transacciones aumentaron tanto en valor (un 23%, hasta ascender a 880.000 millones de dólares) como en número (un 14%, hasta alcanzar 6.974), acercándose al anterior máximo de fusiones y adquisiciones del año 2000. Las causas explicativas de este crecimiento dicen relación con las mayores valoraciones del mercado bursátil, el incremento de los beneficios de las sociedades y unas condiciones de financiamiento favorables.
- La producción de bienes y servicios por parte de las ETNs fuera de sus países de origen creció más rápidamente en el 2006 que en el año anterior. Se estima que las ventas, el valor agregado y las exportaciones de unas 78.000 ETNs y sus 780.000 filiales en el extranjero aumentaron en un 18%, un 16% y un 12%, respectivamente. Representaron el equivalente del 10% del PIB mundial y la tercera parte de las exportaciones mundiales.
En este orden de ideas y profundizando sobre la temática, la ONUDI(148) caracteriza el proceso de integración transfronteriza en los siguientes términos:
- En las estrategias más sencillas, las filiales autónomas o las subsidiarias multinacionales de las Empresas Transnacionales proveen a los mercados nacionales, funcionando con un elevado grado de autonomía respecto de la compañía matriz y efectuando la mayor parte de las actividades de agregación de valor dentro del país de que se trate;
- Con la liberalización del comercio y las corrientes de capital, mejoran las comunicaciones internacionales, aumentan las economías de escala y se intensifica la competencia mundial, dando lugar al surgimiento de nuevas pautas de integración, con un mayor grado de globalización;
- La integración sencilla abarca la tercerización de la producción, ya sea localizando las actividades de fabricación o montaje fuera del país (inversiones extranjeras directas), o subcontratando las operaciones a proveedores extranjeros o participando en empresas mixtas, acuerdos de licencia, acuerdos de franquicia y otros acuerdos que comprenden la producción y la realización de operaciones en países en desarrollo; y,
- La integración compleja va más allá de la tercerización y la fabricación en otros países para emplazar las actividades de la cadena de agregación de valor en los mercados en que la relación costo-beneficio es mayor. De esta manera, las actividades de elaboración de datos, contabilidad, finanzas o investigación y desarrollo pueden emplazarse en distintos países en desarrollo.
En realidad, como bien lo sostiene García(149), las empresas transnacionales constituyen los nuevos agentes de acumulación del capital en el marco de la globalización gracias al control de la tecnología, sus formas de organización del trabajo y de administración financiera, apoyadas en la explotación absoluta de los recursos naturales, la total apertura de los mercados y las extensas privatizaciones.
De acuerdo a Gutiérrez(150), la organización de las grandes empresas transnacionales hasta la década de los ochenta siguió el modelo de las subsidiarias vinculadas a una empresa central, casi siempre estadounidense o europea. Actualmente la concepción es una sola empresa que produce y obtiene beneficios en todo el mundo, en función de una planificación y estrategias centrales y una ejecución descentralizada.
A criterio de Bekerman y Camillo(151), la expansión de las empresas transnacionales, como factor determinante de la organización de la producción internacional, ejerce una creciente influencia en el monto, composición y dirección del comercio, a la vez que se ve afectada por su evolución. En ese marco, los avances tecnológicos y los cambios en las regulaciones internacionales ofrecen a las empresas mayores posibilidades para elegir la ubicación de sus inversiones en escalas mundial y regional. Trasladan su producción y empleo al entorno en que el desarrollo de la producción (impuestos, salarios, leyes, relaciones industriales) sea más propicio y los mercados ofrezcan oportunidades mayores, dando lugar a una división internacional del trabajo dentro de las propias empresas, en la que cualquier parte de la generación de valor agregado puede situarse donde se alcance el mayor beneficio. De esta manera se explica el fuerte aumento del comercio intraempresa, que cubre un tercio del intercambio mundial y permite a las empresas transnacionales desarrollar economías de escala y conseguir significativas disminuciones en los costos de transacción.
Rosner(152), señala que una novedosa característica de la moderna empresa transnacional es la fuerte interdependencia que muestran sus estructuras productivas y organizativas y cuyo propósito es facilitar un intercambio flexible de bienes y servicios entre distintas regiones. Esto admite una creciente retroalimentación interna de compras y suministros (comercio intraempresa) así como un intercambio flexible y diversificado de oferentes internacionales. El objetivo de estas estrategias es la creación de cadenas productivas de carácter global con inclusión de empresas propias y terceras, para de esta manera lograr una mayor flexibilidad regional y adecuarse mejor a fluctuaciones en las necesidades de los mercados.
Sobre el accionar de las empresas transnacionales, Schaeffler(153) señala que en el pasado las empresas invertían en sus propios países de origen y se dedicaban a la exportación de bienes manufacturados y servicios, mientras que importaban materias primas, lo cual beneficiaba a sus naciones de origen. En la actualidad invierten y establecen industrias en otros países motivados de forma exclusiva por criterios de rentabilidad económica, hecho que al mismo tiempo aumenta la competitividad entre los países receptores de las inversiones. Estas inversiones crean nuevas oportunidades en tanto incrementan la competencia interna y externa, sientan las bases para el establecimiento de nuevas alianzas empresarias y societales, contribuyendo a la desarticulación de estructuras oligopólicas y monopólicas establecidas.
Sin lugar a duda, indica, las empresas transnacionales dominan los procesos de globalización. No obstante, sus inversiones abren la posibilidad para empresas medianas extranjeras y locales de accesar a mercados anteriormente fragmentados y con menor capacidad relativa de generación endógena. Algunos economistas consideran que muchos sectores de la economía mundial se van a agrupar en dos niveles: uno con probablemente 70% a 80% del mercado o más, en manos de tres a seis empresas globales, y otro con el restante 30% a 20% del mercado más o menos, para un gran número de empresas regionales o nacionales.
Concluye identificando, como impulsores de este proceso, entre otros, a la mayor necesidad de economías de escala, la acelerada innovación tecnológica, el avance en las comunicaciones y en el transporte, y el creciente costo del desarrollo de un producto respecto a su vida en el mercado.
Martínez(154), manifiesta la existencia de un cambio cualitativo en la producción transnacional. En una primera etapa, las filiales son réplicas en miniatura de las matrices, atendiendo cada una a su mercado local y con un débil grado de integración en el grupo, mediante vínculos de propiedad, tecnología y financieros que fluyen de la matriz hacia las filiales radicadas en diferentes entornos domésticos; constituye una fase en la que los países receptores permiten la IED, pero en la que existen barreras comerciales y los costos de transporte y comunicación son significativos; en definitiva, una fase dominada por una estrategia de filiales aisladas o autónomas. En un momento ulterior, las filiales se convierten en suministradores especializados en uno o varios de los elementos que componen la cadena de valor del grupo, se trate de productos o funciones, desarrollando un grado de vinculación desigual, fuerte en unos puntos y débil en otros, sumándose a los vínculos de la etapa anterior otros, de acuerdo a las funciones que sean asumidas y tendiendo todos a pasar de una relación en la que los flujos iban de la matriz a las filiales a otra en la que el sentido es bidireccional; requiere mayor apertura comercial y desemboca en estrategias de integración sencilla. Un paso adicional, por ahora el más avanzado, contempla un salto en la gama de especialización de las filiales, que pueden concentrarse en cualquiera de los aspectos de la cadena de valor, resultando una integración potencialmente muy fuerte, con posibles vínculos en cualquier función o producto, de carácter multilateral, entre matriz y filiales, entre filiales, o con empresas externas vinculadas, a través de cualquiera de los puntos del grupo; presupone un entorno en el que a la apertura anterior se suma la tecnología informativa más avanzada, descenso de los costos de transporte y comunicación, agudización de la competencia oligopolista y convergencia en el patrón de consumo, generando una estrategia de integración compleja, desarrollada a nivel regional o mundial, en la que se entremezclan estructuras de relaciones interfirmas, intrafirmas y de redes complejas, a las que se añaden alianzas estratégicas y relaciones especiales con proveedores; el producto resultante es un complejo grupo de insumos, producidos en distintos lugares, ensamblados en países receptores o de origen, para ser vendidos en esos mismos países o en cualquier lugar del mundo.
En este marco, García(155) realiza una detallada explicación relativa a la importancia de las Empresas Transnacionales (ETNs) en el diseño del actual movimiento globalizador del capital:
- Las ETNs son las mayores organizaciones económicas del mundo, constituyendo un factor político autoritario de creciente significancia, puesto al margen de cualquier ilusión democratizante;
- Las ETNs se fundan en la extorsión de ganancias y en la lucha por el alza de sus tasas de ganancias, contribuyen a la conformación de lo que en la década del ochenta ya se denominaba “capitalismo salvaje”, compartiendo entonces los descriptores principales del modo capitalista de producción;
- Como Sistema Mundial Corporativo vendría a constituir una forma social de producción específica, con características que inducen una determinada orientación en la historia;
- Las ETNs manejan una línea de continuidad con el capital monopólico;
- Las ETNs crecen y se extienden de acuerdo a una lógica de acumulación y concentración del capital. Las tendencias a la fusión son un fenómeno corriente en épocas de crisis. Su tendencia a crear mecanismos para controlar economías, poder y regiones, es habitual en el capital monopólico. Su asociación con estados poderosos o hegemónicos se da en un compartimiento de poder y ganancias hoy como antes. La tendencia colonizadora sigue vigente;
- Estos avances se sustentan en nuevos desarrollos de las fuerzas productivas. Las revoluciones tecnológicas deben ser entendidas en relación con la expansión corporativa. El 90% de las patentes tecnológicas mundiales son de propiedad corporativa. La “Nueva Economía” se centra en grandes corporaciones de la computadora y de la biotecnología;
- Las ETNs constituyen un orden oligopólico con tendencia a la expansión de mercados y subsedes por encima de las fronteras nacionales, en su búsqueda de ganancias extraordinarias;
- Para su expansión explota factores o coyunturas políticas, como la caída de los regímenes del Este y la subasta de sus recursos, o la caída de los movimientos nacionalistas o desarrollistas en América o Africa, con igual resultado;
- Las mayores ETNs tienen su base en los países centrales y de esta forma aseguran un traslado fuerte de capital hacia estos países, reformulando políticas colonialistas. En este plan las ETNs han apoyado las políticas hegemónicas de los estados desarrollados respecto a materias primas, productos alimenticios y energía;
- El poder de las ETNs ha crecido apoyado en estructuras supranacionales (BM, BID, FMI, OMC), controlando procesos internacionales de realización del valor, los valores mercantiles y la reorganización de la fuerza de trabajo; poder que ha definido también el desarrollo de una nueva clase transnacional dominante que ha penetrado profundamente en los aparatos políticos locales;
- La expansión de las ETNs ha introducido nuevas formas de organización del trabajo, tanto a niveles gerenciales como a niveles de la fuerza de trabajo, contribuyendo a reforzar su hegemonía; y,
- El sistema corporativo acapara todo lo que comunica: transportes, radios, prensa, televisoras; y todo lo que viene a ser energía: petróleo, electricidad, energía nuclear. Ingresa profundamente en la posesión de todos los servicios públicos: salud, educación, agua, alcantarillado. Y de manera natural, domina las esferas financieras y comerciales. El negocio armamentista les pertenece. En el terreno cultural tratan de hacer de la educación un aparato propio, interviniendo en la planeación, privatizando espacios educativos e impartiendo educación de servicio para el sistema que están entrando a dominar; esmerándose en la difusión del “pensamiento único”.
Dabat, Rivera y Toledo(156), destacan el doble papel contradictorio que la actual empresa transnacional desempeña en la globalización: como agente microeconómico de la competencia global de empresas y como generadora de producción, empleos y exportaciones en un determinado país o bloque de países en competencia con otros países y regiones para maximizar el producto, el empleo y la capacidad exportadora nacional. En un sentido, el éxito competitivo de una transnacional beneficia tanto a la empresa como tal como al país de origen, en la medida en que eleva la rentabilidad nacional media (empresarial y bursátil) de ese país y fortalece su poderío económico y su presencia mundial. Pero en la medida en que esa empresa se ubica en el extranjero y compite en los mercados mundiales con la producción interna y los empleos del país, opera como una fuerza externa que en ciertas condiciones puede llegar a afectar de manera negativa el crecimiento de la economía nacional de origen.
En lo relativo a los flujos de inversión extranjera directa, Tussie(157) destaca su crecimiento acelerado como el fenómeno que marca la globalización especialmente en la década del noventa, bajo la consideración de cinco características principales:
- Emergencia de la inversión extranjera directa como nuevo factor aglutinante de la economía mundial;
- Creciente incorporación a partir de 1990 de los países en desarrollo, que habían sido excluidos hasta ese momento; observándose un creciente vuelco de los flujos de inversión extranjera directa a estos países, en alrededor de un tercio;
- Pluralismo relativo de las fuentes de inversión. En los años ochenta, Japón pasa a formar parte del denominado Club de Inversores. A partir de los noventa, se transforman en exportadores de capital Chile, Brasil, Argentina, México, Malasia, agregando un nuevo vinculo a las relaciones sur-sur, constituyéndose en un nuevo factor aglutinante;
- Nuevo modelo de inversión extranjera directa. Ya no es tanto la lógica de replica, la que conduce a las empresas a expandirse por el mundo, sino que tratan de lograr la optimización a escala global de los factores productivos, la disminución de costos, la búsqueda de eficiencia, de ventajas para la producción, con la finalidad de satisfacer el mercado interno y exportar al resto del mundo; y,
- Dimensión geográfica de este fenómeno. La globalización se expande de forma creciente incorporando a regiones y/o países que anteriormente estaban afuera, aspecto relacionado con otros fenómenos importantes como la acelerada reducción de los costos de comunicación, que facilita la integración de países antes separados.
En tanto que, un cambio de gran importancia que caracteriza la actual fase de globalización, según Olesker(158), es el tratamiento a la inversión extranjera. Se reemplaza la política reguladora y de control sobre la inversión extranjera por una política de promoción de la inversión extranjera, concediendo la más amplia libertad para el accionar de las transnacionales que constituyen la unidad básica de la economía mundial actual. La política de trato nacional a las empresas extranjeras y la no discriminación, indudablemente que deja en mucho mejores condiciones competitivas a las empresas extranjeras que a las empresas nacionales.
Al respecto, la UNCTAD(159), sostiene que la mayor parte de los cambios en las políticas continúan favoreciendo la IED:
- En el 2006 se observaron 147 modificaciones en las políticas que hicieron más favorables los entornos de los países receptores. El 74% de las modificaciones fueron introducidas por países en desarrollo. En particular incluyeron medidas orientadas a reducir los impuestos sobre la renta de las empresas (Egipto, Ghana y Singapur), y a intensificar los esfuerzos de promoción (Brasil e India). En varios países se está intensificando la liberalización de sectores determinados: servicios profesionales (Italia), telecomunicaciones (Botswana y Cabo Verde), servicios bancarios (República Democrática Popular Lao y Malí) y energía (Albania y Bulgaria).
- El número de acuerdos internacionales de inversión (AII) siguió creciendo hasta un total de 5.465 a finales del 2006: 2.573 acuerdos bilaterales de inversión, 2.651 tratados sobre doble tributación y 241 acuerdos de libre comercio y cooperación económica con cláusulas sobre inversiones.
Al respecto, para concluir el análisis del presente capítulo y dada su importancia, a continuación se reproducen los argumentos de Petras(160) contra la inversión extranjera, principal mecanismo del accionar de las ETNs:
En primer lugar, y ante todo, la propiedad extranjera de industrias y recursos estratégicos produce una pérdida para el Estado de poder de decisión a la hora de tomar decisiones en materia de inversión, precios, producción y crecimiento económico futuro. Los propietarios extranjeros deciden cuál de las empresas de su imperio comercial se ampliará, cuál se estancará y cuál irá a la quiebra, dependiendo de los costes laborales, los impuestos, el transporte y las redes de comunicaciones. Los nuevos dueños deciden si las inversiones se hacen dentro de la empresa o en la empresa madre. La inversión extranjera, especialmente los grandes copropietarios de empresas estratégicas, ponen en grave peligro la soberanía nacional y convierten a los regímenes políticos en simples testaferros de los dueños extranjeros. Sin duda, el acuerdo prioritario entre los inversores extranjeros y los gobiernos es sobre el establecimiento de las normas aplicables a cada caso, pero éstas siempre estarán subordinadas a la buena voluntad y la capacidad de llevarlas a la práctica, y condicionadas por éstas; así como también a los buenos deseos de los inversores de cumplir las normas. No obstante, la experiencia muestra que en la mayor parte de los países del Tercer Mundo, los acuerdos iniciales de privatización están llenos de elementos de corrupción, y la subsiguiente presencia de empresas extranjeras de gran envergadura conduce fácilmente a influir en los administradores y reguladores a aplicar una versión laxa de los contratos.
La inversión extranjera aporta el capital inicial, pero a largo plazo conduce a un gran flujo de salida de beneficios, dirigidos a su casa matriz, que contribuye a la descapitalización de la economía y a problemas de la balanza de pagos. Poner las empresas del Estado en manos de la inversión extranjera (o de los oligarcas locales) conduce a la reducción de los ingresos del Estado, un mayor desempleo y, en algunos casos, el cierre de plantas industriales en regiones en las que la tasa de beneficio de la compañía se halla por debajo de la esperada.
Los resultados de la "racionalización" y la "reestructuración" del capital extranjero pueden incrementar los beneficios empresariales, pero pueden también producir un efecto negativo multiplicador en los sectores primario y terciario. Por ejemplo, una empresa multinacional puede clausurar una línea de ferrocarril, además de retirar la maquina que la sirve y el taller que le da mantenimiento porque la tasa de beneficio es solo del 2%, a fin de incrementar sus ingresos totales hasta 15%. Este cierre empresarial, sin embargo, puede hacer que en la región afectada la producción comercial, industrial y agrícola se reduzca en un 25%; se incremente en un 20% del número de las empresas locales que se ven empujadas al cierre; y se produzca un 15% de incremento en los índices de desempleo. La ganancia neta de la empresa transnacional produce pérdidas en términos absolutos tanto para la región como para su fuerza laboral.
La inversión extranjera conduce a una producción desequilibrada y, sobretodo, a una producción sobreespecializada; en particular a la expansión de unos productos altamente volátiles a expensas de una economía diversificada de amplia producción y base comercial. Muchos de los inversores extranjeros buscan conseguir altos beneficios invirtiendo en productos de exportación, tales como el petróleo, la soja, el hierro o el cobre, que complementan sus necesidades nacionales o las de las economías industrializadas en general. El resultado neto es una economía de rápido crecimiento y también rápido final, en la que unas altas exportaciones unidas a altos ingresos producen altos ingresos e importaciones para el país, antes de registrar drásticas caídas en la demanda de productos básicos que conduce a importantes déficit comerciales, grandes reducciones del gasto, incremento del desempleo e incremento de la deuda.
La empresa extranjera se asegura el disfrute de reducciones duraderas de impuestos y de inversiones a gran escala en infraestructura por parte del sector público (transporte y comunicaciones), como condiciones para su inversión. En otras palabras, el Estado pierde los ingresos y reparte socialmente los costes para el provecho del capital extranjero. Además, a través de sus manipulaciones de precios y su “contabilidad imaginativa" el capital extranjero se beneficia de una evasión de impuestos a gran escala. El resultado neto es que los pagos por impuestos del capital extranjero no compensan las subvenciones que debe hacer el Estado para atraer y mantener a los inversores extranjeros.
En muchos casos el capital extranjero no crea nuevas empresas ni amplía los mercados: en la actualidad, compra empresas locales, en muchos casos empresas beneficiarias, a “precios políticos" mediante licitaciones manipuladas. En algunos casos, compra el monopolio estatal de las comunicaciones, o empresas estatales de petróleo, y lo convierte en un monopolio privado, imponiendo así precios monopolísticos sin los obstáculos que supone la rendición pública de cuentas o las necesidades sociales. Además, el capital extranjero no suele aportar ningún tipo de “capital nuevo”: solicitan préstamos a los bancos locales -compuestos por el ahorro nacional-, convierten títulos de deuda devaluados para comprar empresas a precios nominales, y reciben préstamos de las instituciones internacionales de financiación internacional con el respaldo del Estado.
El capital extranjero tiende a crear “enclaves empresariales" que importan tecnología (a cambio de las consiguientes regalías) y que están unidos a la producción y a redes de distribución exteriores, por lo que tienen un impacto mínimo sobre la economía local. Hay numerosos ejemplos: el más conocido son las conocidas plantas ensambladoras en las que la manufactura y la distribución se realizan en otro lugar, por otras subsidiarias de la compañía transnacional, y cuya única contribución a la economía local es el pago de unos salarios de subsistencia. Los exportadores de materias primas extraen hierro, cobre y soja que son enviados para ser procesados en el exterior en otro país que recibe el valor agregado y el empleo. Los exportadores de materias primas emplean pocos trabajadores, los países se convierten en “monocultivadores" y sus economías están sujetas a cambios volátiles en sus ingresos básicos. La dependencia de los ingresos que proporcionan unas pocas exportaciones o una sola fuente de exportación (como, por ejemplo, el petróleo) o de las remesas provenientes del extranjero no constituye realmente una política económica.
La inversión extranjera ha capturado el importante sector bancario, determinando con ellos las políticas estatales de crédito y de intereses, y, aún más importante, decidiendo qué sectores y qué empresas reciben créditos, y a qué tasas de interés. La propiedad extranjera de los bancos conduce a la concesión de préstamos en condiciones privilegiadas a empresas de propietarios extranjeros (“las que inspiran más confianza”), a aquellas cuyos ingresos provienen del extranjero en monedas fuertes (compañías exportadoras de productos agrícolas), excluyendo sistemáticamente a las pequeñas empresas y los pequeños agricultores y productores del campo, que producen para el mercado local y emplean la mayor parte de la fuerza laboral. Estos se ven obligados a depender de prestamistas usureros o a desviar el capital de la producción a la especulación.
Además, dada la preferencia del capital extranjero por las industrias extractivas, su influencia entre las élites gobernantes locales y su respaldo por los grandes prestatarios internacionales, los inversores extranjeros están a la vanguardia de la devastación del medio ambiente. Los magnates madereros y los exportadores de soja están destrozando la selva húmeda amazónica. Las compañías petroleras devastan el agua y la tierra en Nigeria y en las riberas del mar Caspio. El incremento en los ingresos del Estado federal raras veces se utiliza para compensar la destrucción de la agricultura local y la economía pesquera. En cambio, los ingresos estatales suelen ser reciclados hacia la construcción de carreteras y puertos, para comunicar a los depredadores del medio ambiente con los mercados exteriores.
La inversión extranjera juega un papel muy importante en el Tercer Mundo y en los países ex comunistas, en gran parte debido a las políticas de liberalización impuestas o promovidas por los inversores internacionales. Como parte del proceso de liberalización, se levantaron las normativas y los aranceles restrictivos que afectaban a las propiedades extranjeras, pero también para permitir la masiva entrada de alimentos subsidiados y productos industriales baratos. Los dudosos beneficios que los inversores extranjeros pudieran proporcionar quedan más que compensados por las pérdidas en la agricultura y la producción manufacturera locales, y la pérdida de puestos de trabajo debido a las importaciones baratas. Asimismo, la "competencia" extranjera entre las grandes transnacionales establecidas en el país y las de reciente creación es tan sesgada que muy pocas de estas últimas logran sobrevivir. El resultado neto no es el incremento de la competitividad de las empresas locales, sino su salida del mercado, o su venta a las grandes compañías. Cuando los propietarios extranjeros deslocalizan sus plantas a los países ex comunistas y del Tercer Mundo, el traslado está condicionado al mantenimiento de los bajos niveles salariales y de beneficios sociales. Cuando las demandas laborales se acentúan y las "vacaciones" fiscales terminan, el capital se deslocaliza a una área más barata.
La influencia política de los inversores extranjeros se incrementa a medida que crece su presencia en el mercado local, su control de sectores de la economía y el surgimiento de líderes políticos entrenados por Occidente para promover la “libre empresa”. Otro aspecto significativo es que las empresas pertenecientes a propietarios extranjeros emplean ejecutivos, gerentes, abogados, publicistas y economistas estrechamente vinculados con las élites políticas, y que con frecuencia pasan a ocupar posiciones claves del mundo político (presidentes de los bancos centrales, ministros de economía y finanzas) e implementan las políticas macroeconómicas y aplican las directrices neoliberales, que maximizan los beneficios de los inversores extranjeros a expensas de la fuerza de trabajo local y del erario público.
Es también importante el papel de liderazgo que desempeñan las empresas de propiedad extranjera en la banca, la industria y las asociaciones de negocios, influenciándolos para asegurarse políticas favorables a sus intereses.
Por último, las empresas de propiedad extranjera logran alcanzar el control de las empresas “nacionales”, bien sea a través de su adquisición, de "contratos de gestión" o de subcontratos a empresas satélites de tamaño medio que pasan a depender de las "centrales" de propiedad extranjera, y que suelen verse forzadas a apoyar las políticas de éstas. Las empresas de propiedad extranjera, especialmente las transnacionales estadounidenses, frecuentemente actúan como correas de transmisión de las políticas del Estado imperial. Lo consiguen desinvirtiendo en los países que se hallan en la lista negra del Departamento de Estado de EE UU y trasladando sus instalaciones productivas a países políticamente favorables a EE UU. Las transnacionales estadounidenses proporcionan cobertura y falsa identidad a agentes de inteligencia, transmiten informes económicos a la CIA y se niegan a suministrar repuestos a países en conflicto con EE UU. Los bancos americanos facilitan la fuga de capitales, la evasión fiscal y el lavado de dinero a las élites pudientes y, con ello, debilita a los adversarios y los competidores de EE UU, reduciendo la producción o los servicios de países en conflicto con el Estado imperial.
Aunque con poca frecuencia, algunas “corporaciones marginales" o incluso subsidiarias de corporaciones mayores no siguen la línea del Estado imperial, sea porque los beneficios son demasiado lucrativos como para desperdiciarlos, o porque las presiones competitivas de otras transnacionales son intensas, o bien porque los incentivos a largo plazo que ofrece el Estado-objetivo compensan los riesgos que genera una posición de antagonismo con los poderes decisorios imperiales.
Las empresas de capital extranjero, al menos en sus inicios, están regentadas por expatriados, por lo general en las posiciones más decisorias. Se suelen contratar ejecutivos “nacionales" para (1) establecer nexos con el Gobierno local, (2) ocuparse de las relaciones laborales, (3) gestionar la evasión de impuestos o garantizar la exoneración de su pago, y (4) hacer campañas de relaciones públicas y de opinión política.
Contrariamente a “las expectativas" o a la propaganda de los ideólogos neoliberales, las compañías de propiedad extranjera usualmente no transfieren investigación y desarrollo tecnológico (I&D) a los países del Tercer Mundo. Más del 80% del I&D de dichas empresas lo realiza la casa matriz del Estado imperial. Lo que en ocasiones se transfiere son los resultados de la I&D, a un precio y unas condiciones fijas, con pagos de regalías durante un largo período de tiempo. De hecho, los inversores extranjeros frecuentemente hacen sociedad con unidades productivas locales, las despojan de sus activos, se apoderan de su clientela, su mercado y sus redes de distribución, y entonces o bien cierran la empresa o la funden a un conglomerado de empresas de propiedad extranjera, con el resultado en despidos masivos, reducción de los servicios y altos costes para los consumidores.
En resumen, la inversión extranjera tiene desventajas estratégicas, pone en peligro la independencia nacional y la soberanía popular, y compromete gravemente la capacidad del Estado para representar a sus ciudadanos, especialmente a la clase trabajadora y al campesinado. Igualmente importante es el hecho de que la inversión extranjera tiene mecanismos incorporados que contribuyen a una baja tasa de reinversión, a una descapitalización de la economía, y a la generación de problemas en la balanza de pagos.
La inversión extranjera incrementa las desigualdades y polariza la estructura social, como resultado de las bajas tasas de impuesto, las altas tasas de beneficio y el punto de vista del Estado, siempre favorable al inversor extranjero. Los “beneficios residuales" para el “país receptor" se suelen concentrar en manos de los “facilitadores políticos" locales, gerentes altos y medios, y subcontratistas y distribuidores. Es evidente que, a gran escala y a largo plazo, la inversión extranjera fomenta los objetivos del Estado imperialista, simboliza e impulsa el imperialismo, y es uno de sus principales motores económicos.

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