Lecciones aplicadas de economía (2): El monopolio puede ser bueno o puede ser malo
A veces pareciera que hay una confusión con respecto a qué es un monopolio. Por ejemplo, durante la discusión sobre los transgénicos se hablaba de un monopolio (singular) de corporaciones internacionales (plural), lo cual termina siendo una contradicción total. Un monopolio por definición es una situación en la que una sola empresa es la que provee un bien o un servicio. Si estamos hablando de dos empresas, es un duopolio. Y si son más, estamos hablando de un oligopolio. Pero monopolio, esa palabrita con carga emocional negativa, se refiere a una sola empresa. Si la vas a usar, tiene que ser en singular.
Por suerte el mandamás de Indecopi parece que sí la tiene clara. En su entrevista en Gestión el día hoy comenta que los monopolios no son malos per sé y que en el Perú ya casi no hay monopolios. Y antes de que se le vayan encima acusándolo de vendido y todas esas cositas que le encantan echarle a los que no están ladrando en contra del sector privado, tengan claro que éste es Hebert Tassano, el que apuesta a que Indecopi sea más pro-consumidor, cuando Indecopi, por definición debería velar por el equilibrio entre los consumidores y las empresas. Si no me creen chequeen esta entrevista.
Ahora, como bien lo dice Tassano, los monopolios no necesariamente son malos, pero igual hay que regularlos, porque pueden abusar de su posición de dominio. En ese caso alguien debe intervenir para ponerlo en línea.
De hecho, si se tiene a la mano uno de los libros de microeconomía de Hal Varian (algo así como los libros de consulta obligatorio para micro), verán en el capítulo referido a los monopolios que estos representan varios riesgos, así como varios beneficios para la sociedad. Por ejemplo, los monopolios, al estar regulados, pueden ser incentivados a invertir más en investigación y desarrollo para reducir costos que lo que habría invertido esa misma empresa en situación de competencia. Se supone que en competencia habría dirigido sus esfuerzos a marketing o a lo que sea que haga falta para sacarle ventaja al otro.
Por el otro lado tenemos los riesgos del monopolio, que el señor Tassano bien identifica como la posibilidad de un abuso de posición de dominio. Si abusa, debería haber alguien que intervenga. Si no, está bien que haya alguien encima por si acaso.
¿Quieres un ejemplo? En el Perú el movimiento scout está regido por un monopolio. En algún momento en el Parlamento se sacó una ley por la cual se asignaba a la Asociación de Scouts del Perú la responsabilidad única de aplicar en el Perú el método educativo propuesto por los scouts alrededor del mundo (norma que hasta donde tengo entendido nunca fue reglamentada, ¿eso qué quiere decir?). Cabe mencionar que en otros países no hay ese monopolio. Por ejemplo, en España cada grupito de scouts en un colegio o en una parroquia existe por su cuenta.
En todo caso, en el Perú ese monopolio funcionó bastante bien y aplicó lo que en la teoría dice que pasaría con un monopolio bien direccionado. Como mencioné en otro post, el número de scouts en todo el Perú iba creciendo y creciendo y la participación en eventos nacionales era cada vez mayor. Las publicaciones de manuales y apariciones en prensa eran otros dos indicadores de que las cosas iban bien.
Lamentablemente, como también he mencionado por ahí en otro post, alrededor de los años noventa hubo una toma agresiva de los puestos altos en la Asociación de Scouts del Perú por parte de un grupo de personas distintas, con otros objetivos y otros criterios. Y entonces podemos ver claramente cómo los riesgos del monopolio no regulado se manifiestan. Miren el siguiente gráfico con el número de inscritos en los años indicados.
Más claro no canta un gallo. O sea, mientras el número iba creciendo del 1960 al 1970 al 1980, en 1990 llega el cambio y claramente se puede ver el evidente éxito de sus cambios en política y en orientación: El número de inscritos cae a menos de un cuarto de lo que estaba antes de que ellos tomen el control. Maestros. Hay que aceptar que echar a perder las cosas de una manera tan contundente y demoledora requiere cierto nivel de talento y habilidad que no cualquiera tiene.
Ahí tienen un claro ejemplo de un monopolio que sin supervisión en un momento tuvo excelentes resultados y luego, al cambiar a sus dirigentes, se activan los típicos riesgos y hace todo mal. Y como no tiene regulación de ningún tipo, puede seguir haciendo las cosas mal. Y seguir haciéndolas mal y seguir haciéndolas mal y seguir haciéndolas mal, asintóticamente cada vez con menos miembros. Hasta que desaparezca, supongo.
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