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I. Introducción
El término "globalización" ha adquirido una fuerte carga emotiva. Algunos consideran que la globalización es un proceso beneficioso --una clave para el desarrollo económico futuro en el mundo-- , a la vez que inevitable e irreversible. Otros la ven con hostilidad, incluso temor, debido a que consideran que suscita una mayor desigualdad dentro de cada país y entre los distintos países, amenaza el empleo y las condiciones de vida y obstaculiza el progreso social. En esta nota se analizan de manera general algunos aspectos de la globalización y se procura identificar en qué forma los países pueden aprovechar las ventajas de este proceso, evaluando al mismo tiempo desde una óptica realista las posibilidades y riesgos que plantea.
La globalización ofrece grandes oportunidades de alcanzar un desarrollo verdaderamente mundial, pero no está avanzando de manera uniforme. Algunos países se están integrando a la economía mundial con mayor rapidez que otros. En los países que han logrado integrarse, el crecimiento económico es más rápido y la pobreza disminuye. Como resultado de la aplicación de políticas de apertura al exterior, la mayor parte de los países de Asia oriental, que se contaban entre los más pobres del mundo hace 40 años, se han convertido en países dinámicos y prósperos. Asimismo, a medida que mejoraron las condiciones de vida fue posible avanzar en el proceso democrático y, en el plano económico, lograr progresos en cuestiones tales como el medio ambiente y las condiciones de trabajo.
En los años setenta y ochenta, muchos países de América Latina y África, a diferencia de los de Asia, aplicaron políticas orientadas hacia el sector interno y su economía se estancó o deterioró, la pobreza se agravó y la alta inflación pasó a ser la norma. En muchos casos, sobre todo en África, los problemas se vieron agravados por factores externos adversos. No obstante, al modificarse las políticas en estas regiones, el ingreso comenzó a aumentar. Actualmente se está produciendo una importante transformación. Alentar esta transformación --y no dar marcha atrás-- es la mejor forma de fomentar el crecimiento económico, el desarrollo y la lucha contra la pobreza.
Las crisis desencadenadas en los mercados emergentes en los años noventa han mostrado a las claras que las oportunidades que ofrece la globalización tienen como contrapartida el riesgo de la volatilidad de los flujos de capital y el riesgo de deterioro de la situación social, económica y ambiental como consecuencia de la pobreza. Para todas las partes interesadas --en los países en desarrollo o los países avanzados y, por supuesto, para los inversionistas-- esta no es una razón para dar marcha atrás sino para respaldar reformas que fortalezcan las economías y el sistema financiero mundial de modo de lograr un crecimiento más rápido y garantizar la reducción de la pobreza.
¿Cómo se puede ayudar a los países en desarrollo, especialmente a los más pobres, a recuperar el terreno perdido? ¿La globalización agrava la desigualdad o puede ayudar a reducir la pobreza? ¿Se exponen inevitablemente a la inestabilidad los países integrados a la economía mundial? Estas son algunas de las preguntas a las que se procura responder en las secciones siguientes.
La "globalización" económica es un proceso histórico, el resultado de la innovación humana y el progreso tecnológico. Se refiere a la creciente integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través del comercio y los flujos financieros. En algunos casos este término hace alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales. La globalización abarca además aspectos culturales, políticos y ambientales más amplios que no se analizan en esta nota.
En su aspecto más básico la globalización no encierra ningún misterio. El uso de este término se utiliza comúnmente desde los años ochenta, es decir, desde que los adelantos tecnológicos han facilitado y acelerado las transacciones internacionales comerciales y financieras. Se refiere a la prolongación más allá de las fronteras nacionales de las mismas fuerzas del mercado que durante siglos han operado a todos los niveles de la actividad económica humana: en los mercados rurales, las industrias urbanas o los centros financieros.
Los mercados promueven la eficiencia por medio de la competencia y la división del trabajo, es decir, la especialización que permite a las personas y a las economías centrarse en lo que mejor saben hacer. Gracias a la globalización, es posible beneficiarse de mercados cada vez más vastos en todo el mundo y tener mayor acceso a los flujos de capital y a la tecnología, y beneficiarse de importaciones más baratas y mercados de exportación más amplios. Pero los mercados no garantizan necesariamente que la mayor eficiencia beneficiará a todos. Los países deben estar dispuestos a adoptar las políticas necesarias y, en el caso de los países más pobres, posiblemente necesiten el respaldo de la comunidad internacional a tal efecto.
La globalización no es un fenómeno reciente. Algunos analistas sostienen que la economía mundial estaba tan globalizada hace 100 años como hoy. Sin embargo, nunca antes el comercio y los servicios financieros han estado tan desarrollados e integrados. El aspecto más sorprendente de este proceso es la integración de los mercados financieros, que ha sido posible gracias a las comunicaciones electrónicas modernas.
En el siglo XX hubo un crecimiento económico sin precedente, que casi quintuplicó el PIB mundial per cápita. Sin embargo, este crecimiento no fue regular, ya que la mayor expansión se concentró en la segunda mitad del siglo, período de rápida expansión del comercio exterior acompañada de un proceso de liberalización comercial y, en general un poco más tarde, de la liberalización de las corrientes financieras. En el gráfico 1a se divide el siglo en cuatro períodos1. En el período entre las dos guerras mundiales, el mundo le dio la espalda a la internacionalización --o la globalización como se la llama actualmente-- y los países cerraron su economía y adoptaron medidas proteccionistas y un control generalizado de los capitales. Este fue el principal factor determinante de los devastadores resultados de ese período: el crecimiento del ingreso per cápita se redujo a menos del 1% entre 1913 y 1950. Durante el resto del siglo, aunque la población creció a un ritmo extraordinario, el aumento del ingreso per cápita superó el 2%, principalmente durante la fase de expansión de que disfrutaron los países industriales después de la guerra.
El siglo XX estuvo marcado por un notable crecimiento del nivel medio de ingresos, pero los datos muestran a las claras que este crecimiento no estuvo repartido de manera igualitaria. La brecha entre los países ricos y los países pobres, y entre los sectores ricos y pobres dentro de cada país, se amplió. Para la cuarta parte de la población mundial más rica el PIB per cápita casi se sextuplicó durante el siglo, en tanto que para la cuarta parte más pobre no llegó a triplicarse (gráfico 1b). Sin duda, la desigualdad de ingresos se ha agravado. Sin embargo, cabe señalar que el PIB per cápita no explica totalmente la situación (véase la sección IV).
La globalización supone una integración cada vez mayor del comercio mundial y los mercados financieros. Pero, ¿en qué medida han participado los países en desarrollo en esta integración? Los esfuerzos de estos países para ponerse a la par de las economías avanzadas han tenido resultados dispares. En el gráfico 2a se observa que, desde los años setenta, en algunos países --sobre todo asiáticos-- el ingreso per cápita se aproxima con rapidez a los niveles alcanzados en los países industriales. Un mayor número de países en desarrollo sólo ha avanzado lentamente o ha perdido terreno. Específicamente, en África el ingreso per cápita se redujo en comparación con los países industriales, y en algunos países disminuyó en términos absolutos. El gráfico 2b explica en parte esta evolución: los países que recuperaron terreno son aquellos en los cuales el comercio exterior registró una vigorosa expansión.
Considérense cuatro aspectos de la globalización:
En esta nota no se analiza en detalle el caso especial de las economías en transición de un sistema de planificación centralizada a un sistema económico de mercado, pero también estas economías se están integrando cada vez más a la economía mundial. En realidad, la expresión "economía en transición" es cada vez menos precisa. En algunos países (por ejemplo, Polonia y Hungría) la estructura y los resultados económicos se aproximan con rapidez a los de las economías avanzadas. Otros (como la mayoría de los países de la antigua Unión Soviética) se ven ante problemas estructurales e institucionales a largo plazo similares a los que se plantean en los países en desarrollo.
En el siglo XX, el ingreso medio mundial per cápita registró un fuerte aumento, pero con considerables variaciones entre los países. Se observa claramente que la brecha de ingresos entre los países ricos y los países pobres se ha ampliado a lo largo de varias décadas. En la última edición de Perspectivas de la economía mundial se analizan
42 países (que representan casi el 90% de la población mundial) sobre los que se dispone de datos para la totalidad del siglo XX. La conclusión a la que se llega es que el producto per cápita creció apreciablemente, pero la distribución del ingreso entre los países muestra hoy una mayor desigualdad que a comienzos del siglo.
Sin embargo, el ingreso no lo explica todo; una medición más amplia del bienestar que tiene en cuenta las condiciones sociales muestra que los países más pobres han logrado considerables avances. Por ejemplo, en algunos países de bajo ingreso, como Sri Lanka, los indicadores sociales son extraordinarios. En un estudio reciente2 se llega a la conclusión de que, si se comparan los países utilizando los indicadores del desarrollo humano (IDH) elaborados por las Naciones Unidas, que tienen en cuenta la educación y la esperanza de vida, el panorama es muy diferente del que muestran los datos referidos solamente al ingreso.
En realidad, es posible que la brecha se haya reducido. De este estudio se infiere sorprendentemente que existe un contraste entre lo que podría denominarse la "brecha de ingresos" y la "brecha entre los indicadores del desarrollo humano". Actualmente, el nivel de ingresos (ajustados por la inflación) de los países pobres es aún mucho más bajo que el de los grandes países en 1870, y además la brecha de ingresos se ha ampliado. No obstante, a juzgar por los indicadores del desarrollo humano, la situación de los países pobres es hoy mucho mejor que la que existía en 1870 en los grandes países. Esto se debe en gran medida a que los avances médicos y el mejoramiento de las condiciones de vida han aumentado considerablemente la esperanza de vida.
Sin embargo, aunque la brecha entre los indicadores del desarrollo humano se ha reducido a largo plazo, son demasiadas las personas que están quedando a la zaga. La esperanza de vida puede haber aumentado, pero para muchos la calidad de vida no mejoró, y muchos aún se encuentran sumidos en la indigencia. A esto se suma la propagación del SIDA por toda África en el último decenio, que está reduciendo la esperanza de vida en muchos países.
Nuevamente es urgente aplicar políticas orientadas específicamente a combatir la pobreza. En los países que registren un crecimiento satisfactorio y apliquen políticas correctas cabe esperar una reducción sostenida de la pobreza, dado que los datos recientes corroboran que existe por lo menos una correspondencia de uno a uno entre el crecimiento y la reducción de la pobreza. Además, si se aplican políticas orientadas firmemente a combatir la pobreza --por ejemplo, mediante gastos sociales adecuadamente focalizados-- es mucho más probable que el crecimiento se traduzca en una reducción mucho más rápida de la pobreza. Esta es una razón contundente para que todos los responsables de la política económica, incluido el FMI, tengan en cuenta de manera más explícita el objetivo de reducir la pobreza.
Las condiciones de vida mejoran como consecuencia de la acumulación de capital físico (inversiones) y capital humano (mano de obra) y de los avances en la tecnología (lo que en economía se denomina "productividad total de los factores de producción"3. Muchos elementos pueden facilitar o entorpecer estos avances. La experiencia acumulada por los países que han registrado un crecimiento del producto más acelerado revela la importancia de crear condiciones conducentes al aumento del ingreso per cápita a largo plazo. La estabilidad económica, el desarrollo institucional y la reforma estructural son al menos tan importantes para el desarrollo a largo plazo como las transferencias financieras, con todo lo indispensables que éstas puedan ser. Lo que cuenta es el conjunto de políticas, asistencia financiera y técnica y, en caso necesario, alivio de la deuda.
Forman parte de este conjunto:
Todas estas políticas deben inscribirse en el marco de estrategias elaboradas por cada país para combatir la pobreza mediante políticas que beneficien a los pobres --y para las que se preverán recursos presupuestarios suficientes--, por ejemplo, en lo que respecta a la salud y la educación y la creación de redes de protección social eficaces. Un enfoque participativo, en el que se consulte a la sociedad civil, acrecentaría enormemente las posibilidades de éxito.
Las economías avanzadas pueden apoyar de manera crucial los esfuerzos de los países de bajo ingreso por integrarse a la economía mundial:
El FMI apoya las refomas en los países más pobres mediante un nuevo servicio financiero, el servicio para el crecimiento y la lucha contra la pobreza, y contribuye al alivio de la deuda por medio de la Iniciativa para los países pobres muy endeudados4.
También en las economías avanzadas la globalización suscita inquietud. ¿En qué medida existe, como se piensa, el riesgo de que los trabajadores de alta remuneración pierdan su empleo y que la demanda de trabajadores menos calificados disminuya debido a la competencia que plantean las "economías de bajos salarios"? ¿Son los cambios que se están produciendo en estas economías y sociedades el resultado directo de la globalización?
Las economías están en constante evolución y la globalización es una de las diversas tendencias que caracterizan esta evolución. Hay otras tendencias que pueden destacarse: a medida que las economías industriales maduran, se orientan cada vez más hacia los servicios para atender las cambiantes necesidades de sus habitantes y, además, necesitan mano de obra más calificada. No obstante, todo lleva a pensar que estos cambios tendrían lugar --aunque no necesariamente al mismo ritmo-- con independencia de la globalización. En realidad, la globalización facilita el proceso y reduce su costo para la economía en su conjunto gracias a los flujos de capital, a las innovaciones tecnológicas y al descenso de los precios de los bienes importados. Tanto el crecimiento económico como el empleo y las condiciones de vida alcanzan niveles más altos que en una economía cerrada.
Sin embargo, en la generalidad de los casos estos beneficios no se distribuyen de manera uniforme entre los grupos de población, y algunos de estos grupos posiblemente queden totalmente al margen. Por ejemplo, los trabajadores de las industrias más antiguas que están en declinación pueden verse en dificultades para reciclar sus aptitudes e incorporarse a industrias nuevas.
¿Cuál debe ser la respuesta de las autoridades? ¿Deben tratar de proteger a grupos particulares, como los trabajadores de bajo salario o los de las industrias antiguas, limitando el comercio y los flujos de capital? De esta manera se podría ayudar a algunos segmentos de la población en el corto plazo, pero en definitiva se estarían menoscabando las condiciones de vida de toda la población. Más bien, las autoridades deberían aplicar políticas que promuevan la integración a la economía mundial paralelamente a la aplicación de medidas que alivien la situación de los más gravemente afectados por los cambios. Sería más ventajoso para el conjunto de la economía aplicar políticas que favorezcan la globalización mediante una mayor apertura de la economía y que, al mismo tiempo, se orienten decididamente a asegurar que los beneficios de esta apertura estén ampliamente distribuidos. Las autoridades deberían centrarse en dos campos importantes:
La sucesión de crisis financieras de los años noventa --México, Tailandia, Indonesia, Corea, Rusia y Brasil-- llevan a pensar que algunas de ellas son el resultado directo e inevitable de la globalización. En realidad, cabe preguntarse si, tanto en las economías avanzadas como en las economías de mercados emergentes, la globalización crea mayores dificultades para la gestión económica (recuadro 1).
Obviamente, si las economías no hubiesen estado expuestas a los mercados mundiales de capital las crisis no se habrían producido de la misma manera, pero las tasas de crecimiento económico de estos países tampoco habrían llego a niveles tan excepcionales sin estos flujos de capital.
Estas crisis fueron complejas debido a que fueron el resultado de la interacción de las deficiencias de las políticas nacionales y las del sistema financiero internacional. Los países y la comunidad internacional en su conjunto están tomando medidas para reducir los riesgos de que se produzcan crisis en el futuro.
A escala nacional, aun cuando varios de los países habían logrado excelentes resultados económicos, no estaban plenamente preparados para hacer frente a las conmociones que podían propagarse a través de los mercados internacionales. La estabilidad macroeconómica, la solidez financiera, la apertura de la economía, la transparencia y la buena gestión son igualmente condiciones esenciales que los países deben reunir para participar en los mercados mundiales. Cada uno de los países afectados adolecía de deficiencias en uno o más de estos aspectos.
A nivel internacional, se quebrantaron varias líneas de defensa importantes contra las crisis. Los inversionistas no evaluaron adecuadamente los riesgos. En los principales centros financieros, las autoridades de reglamentación y supervisión no efectuaron un seguimiento suficientemente atento de la evolución de la situación. Además, la información sobre algunos inversionistas internacionales, sobre todo de instituciones financieras extraterritoriales, era insuficiente. En consecuencia, los mercados se mostraron proclives a un "comportamiento de rebaño" que provocó cambios repentinos de la actitud de los inversionistas y rápidos movimientos de salida o entrada de capitales, sobre todo de flujos financieros de corto plazo.
La comunidad internacional está respondiendo a las dimensiones mundiales de la crisis mediante un esfuerzo continuo por fortalecer la arquitectura del sistema monetario y financiero internacional. El objetivo básico es lograr que los mercados funcionen con más transparencia, equidad y eficiencia. Al FMI le cabe un papel central en este proceso, que se analiza con más detalle en otras hojas informativas5.
Las instituciones nacionales e internacionales, que inevitablemente están influenciadas por las diferencias culturales, desempeñan un papel importante en el proceso de globalización. Posiblemente lo mejor es dejar que un analista externo nos exponga sus reflexiones sobre el papel de las instituciones:
". . . Que el surgimiento de mercados de productos básicos y de mercados financieros altamente integrados esté acompañado de tensiones comerciales y problemas de estabilidad financiera no debería ser una sorpresa... La sorpresa es que estos problemas no sean incluso más graves hoy, cuando la integración ha alcanzado un grado tan alto.
"Una posible explicación [para esta sorpresa] es la función estabilizadora de las instituciones creadas en el intervalo. En el ámbito nacional, cabe mencionar los mecanismos de protección social y financiera, y a nivel internacional, la OMC, el FMI y el Comité de Basilea de Supervisión Bancaria. Estas instituciones quizás estén lejos de ser perfectas, pero es mejor que existan, a juzgar por la correlación histórica entre el grado de integración, por una parte, y la cantidad de litigios comerciales y el nivel de inestabilidad financiera, por la otra".6
A medida que el proceso de globalización ha avanzado, las condiciones de vida (sobre todo medidas utilizando indicadores amplios del bienestar) han mejorado apreciablemente en casi todos los países. Sin embargo, los más beneficiados han sido los países avanzados y sólo algunos de los países en desarrollo.
El hecho de que la brecha de ingresos entre los países de alto ingreso y los de bajo ingreso se ha ampliado es motivo de inquietud. Y el número de personas que, en el mundo entero, viven en la miseria extrema es profundamente preocupante. Sin embargo, es erróneo concluir sin más que la globalización ha sido la causa de esta divergencia, o que nada se puede hacer para mejorar la situación. Por el contrario: los países de bajo ingreso no han podido integrarse a la economía mundial con la misma rapidez que los demás en parte debido a las políticas que han decidido aplicar y en parte debido a factores que escapan a su control. Ningún país, y menos aún los más pobres, puede permitirse quedar aislado de la economía mundial. Todos los países deberían tener como objetivo reducir la pobreza. La comunidad internacional debería esforzarse --fortaleciendo el sistema financiero internacional a través del comercio exterior y de la asistencia-- por ayudar a los países más pobres a integrarse a la economía mundial, a acelerar su crecimiento económico y a reducir la pobreza. Esta es la mejor forma de garantizar que todas las personas de todos los países se beneficien de la globalización.
1El análisis que se presenta en esta sección se profundiza en Perspectivas de la economía mundial, Fondo Monetario Internacional, Washington, mayo de 2000.
2 Nicholas Crafts, Globalization and Growth in the Twentieth Century, IMF Working Paper, WP/00/44, Washington, abril de 2000.
3Estos temas se analizan con mayor detenimiento en el capítulo IV de Perspectivas de la economía mundial, mayo de 2000.
4Este servicio financiero y esta Iniciativa se describen en las hojas informativas "Servicio para el crecimiento y la lucha contra la pobreza (SCLP): Cuestiones operativas" y "Transformación del servicio reforzado de ajuste estructural (SRAE) y la Iniciativa para la reducción de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME)", que se pueden ver en www.imf.org.
5Véase "Progress in Strengthening the Architecture of the International Monetary System":http://www.imf.org/external/np/exr/facts/arcguide.htm y "Guide to Progress in Strengthening of the International Financial System": http://www.imf.org/external/np/exr/facts/arcguide.htm.
6Bordo, Michael D., Barry Eichengreen y Douglas A. Irwin, Is Globalization Today Really Different than Globalization a Hundred Years Ago?, Working Paper 7195, National Bureau of Economic Research, Cambridge, MA, junio de 1999.
FUENTE |
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